El jefe ‘sabelotodo’
Una de las cosas que más molesta a los miembros de un equipo de trabajo es encontrarse con un jefe ‘sabelotodo’. Sí, el típico que presume ser un especialista en todas las áreas; que casi siempre tiene una respuesta a la mano, así no sea su tema de experiencia, y que hasta se atreve a controvertir a los que verdaderamente saben sobre la materia.
¿Por qué es tan importante hablar de ellos? Porque uno de los principales enemigos del liderazgo es la soberbia, esa actitud de superioridad que está cargada de orgullo, arrogancia y vanidad.
Al convencerse de que lo saben todo, estos jefes no invitan a su equipo a reuniones con otras áreas o con superiores, pues ellos solo quieren brillar y llevarse todo el mérito. Es fácil detectarlos porque cuando hablan de los logros, lo hacen en primera persona. Pero cuando se trata de reconocer los fracasos, lanzan la bola a sus subordinados o acuden al salvavidas del plural.
También tienden a controlar las conversaciones, evitar las intervenciones de sus subordinados y ocultar información, como las conclusiones o recomendaciones que otros hacen sobre su trabajo o el de su equipo. Por eso, quienes trabajan con estas personas repiten constantemente las afirmaciones como “no sé de qué me hablas”, “no tengo información” o “ese tema sólo lo maneja mi jefe.”
A eso hay que sumarle que, al sentirse indispensables, estos jefes no tienen la capacidad de admitir errores, ni de recibir críticas constructivas. Aunque creen que eso los hace más fuertes, en realidad su comportamiento devela una falta de confianza en sí mismos, pues creen que su imagen puede deteriorarse al decir “no sé” o mostrarse vulnerables.
Creer que solo existe una verdad, la del jefe, es el camino directo al fracaso. Nadie lo sabe todo y nadie puede con todo, así nos hayan criado pensando que debemos ser excelentes e independientes en cada faceta de nuestras vidas.
Las personas que tienen estos comportamientos, pero logran alcanzar resultados organizacionales, no son líderes. Son simplemente jefes que no les importa su equipo de trabajo, que no promueven el desarrollo o el crecimiento de los demás y cuya única obsesión es resaltar. Son como el sol del mediodía: brillan tanto que es incómodo verlos.
El liderazgo requiere líderes con humildad, que tengan la capacidad de reconocer sus propios límites, que estén dispuestos a aprender de otros y puedan admitir errores o ignorancia frente a un tema. Los líderes deben promover la comunicación, compartir noticias con su equipo y hacerlos parte del quehacer de la organización.
Recuerden: el rol del líder siempre será desarrollar más líderes y por eso una de sus principales labores, además de llevar la organización a buen puerto, es hacer que su equipo brille. Los grandes líderes aplauden y reciben los elogios a la sombra.