El largo camino hacia la paridad
Con el paso de los años y el resultado de grandes luchas, las mujeres hemos ganado espacios en escenarios académicos, empresariales y políticos. En la conmemoración del Día Internacional de la Mujer quiero resaltar algunos avances y también hacer un llamado frente al camino que aún nos falta recorrer.
Anualmente, el Foro Económico Mundial publica el Índice Global de Brecha de Género, en el que se compara y analiza la evolución de la paridad de género en aspectos políticos, educativos, económicos y de salud. Su puntuación va de 0 a 100 y se interpreta como la distancia que se ha recorrido para lograr la paridad, es decir, el porcentaje de la brecha que se ha cerrado.
A nivel mundial, el índice reporta para 2022 un cierre de la brecha en un 68,1%, lo que podríamos considerar un avance en comparación con 2021, cuando la cifra llegó a 67,9%. Sin embargo, los subíndices evidencian alertas en el Empoderamiento Político, con tan solo 22% de avance, y en Oportunidad y Participación Económica, con un 60.3% (WEF, 2022).
En el caso de América Latina, lamentablemente, el panorama no pinta tan bien. La región cerraría su brecha de género hasta dentro de 67 años, con la velocidad de las políticas actuales. Colombia se ubica en la posición 16, con 71%, de los 22 países que reportan al Foro.
Por esto, es urgente contribuir desde los diferentes escenarios que lideramos las mujeres para disminuir este tiempo y alcanzar la paridad tan anhelada. Todavía existen enormes desafíos en la inclusión de las mujeres en la fuerza laboral, en la igualdad salarial y en la participación femenina en los parlamentos, los ministerios e incluso la Presidencia.
¿Cómo contribuir a disminuir estas brechas? En esta columna me gustaría centrarme en tres aspectos que considero urgentes como educadora, administradora y mujer.
Como fiel creyente del poder de la educación, creo que el primer paso es empezar a formar a la niñez y la juventud dentro de la inclusión. Hoy más que nunca es un imperativo alejarnos de la educación sexista: esa idea de que hay carreras para mujeres y otras para hombres. Actualmente, sectores como el de la infraestructura, manufactura, energía, transporte, agricultura e incluso tecnología cuentan con menos de 25% de mujeres en cargos directivos. Otro aspecto importante, también relacionado al punto anterior, es el respaldo por parte de las organizaciones en el proyecto de vida de las mujeres que desean ser madres, sin que esto les genere angustia o miedo por desconectarse de la vida laboral y, como consecuencia, desacelerar su crecimiento profesional. Las organizaciones deben ser las primeras en promover iniciativas para que podamos ser madres y al mismo tiempo exitosas profesionales.
El último aspecto que considero relevante es la promoción de las mujeres como líderes políticas. Si nuestra participación en espacios de toma de decisiones es tan limitada, ¿Cómo vamos a garantizar los derechos que repercuten en nuestro día a día, pero también en nuestra educación y trabajo? Aunque cada vez hay más líderes mujeres, para las organizaciones públicas y privadas no debe ser suficiente el nombramiento. En ellas es crucial promover el cambio cultural, hablar de las prácticas nocivas y discriminatorias, para así apoyar el posicionamiento y la consolidación de las mujeres en los cargos de poder. #8M