Los colegas que drenan la energía
En ocasiones, en los equipos hay personas que se quejan todo el día de su trabajo: nada les gusta, nada funciona, no hay un buen presente y mucho menos futuro. Para ellas, todo es negativo y no ven la luz en ningún escenario, camino o solución. Gran parte de esta insatisfacción es entendible y puede estar sustentada ya sea por la falta de conexión con el propósito personal y el laboral, el clima o la cultura de la organización, el jefe o el salario, entre otras razones. Pero también es cierto que estar mucho tiempo al lado de estos colegas drena y agota nuestra energía.
Claro que todos tenemos reparos con el trabajo. Ningún oficio o profesión es perfecto, y hay unos más complejos, mecánicos o difíciles que otros. Por supuesto que una de las tantas dinámicas laborales es comentarlo con los compañeros, pero hasta en esas charlas o niveles de inconformismo debe haber límites.
Si bien esta columna no es una invitación a que los equipos se guarden los reparos, sí es un llamado a revisar cómo los tramitamos cuando los decimos o los recibimos con frecuencia, pues esas emociones repercuten en nuestro trabajo. Puede ser agotador que a diario lleguemos a un lugar donde alguien empieza a cargarte de comentarios y emociones negativas.
En el libro ‘El líder resonante crea más’, escrito por Daniel Goleman, en 2002, el autor afirma que la estabilidad emocional que experimentamos está intrínsecamente vinculada a las conexiones interpersonales que cultivamos. “Una investigación realizada con setenta equipos pertenecientes a diferentes sectores de la industria reveló que las personas que se sentaban juntas en las reuniones acababan compartiendo -en un plazo máximo de dos horas- el mismo estado de ánimo (ya fuera positivo o negativo)”, afirma Goleman.
Esta es solo una de las investigaciones, pero existen diversos estudios que evidencian cómo existe un ‘contagio emocional’ cuando las personas están cerca. Y entre más unido sea un equipo, más intenso será dicho contagio. La pregunta, entonces, es: ¿qué hacer cuando tenemos a estas personas cerca?
Por un lado, la primera opción sería alejarse, sin embargo, si existe una amistad con esta persona lo mejor será enfrentar la situación. Es una conversación difícil, pero podemos ayudarles a encontrar su propósito para salir de la oscuridad y motivarles a hacer cosas positivas que les recargue de energía. Aunque pueda sonar a cliché, ponerse en los zapatos del otro y entender sus emociones puede contribuir a manejar este diálogo.
Estar en el lugar adecuado con las personas adecuadas no es un regalo del cielo, es algo que debemos buscar. Como dice Dan Ponterfact, escritor experto en propósito, “definir y poner en práctica tu propósito depende exclusivamente de ti”. Podemos entonces darles ese primer empujón a las personas que todo lo ven negativo para que puedan construir un plan de acción e identificar: ¿por qué se sienten así? ¿cómo pueden cambiar la situación? ¿qué pasos hay que dar para reconectar con el propósito?
Por otro lado, aprovechen ese espacio para fijar límites sobre la manera de dialogar acerca de ciertos temas. Poner límites, en todos los aspectos de nuestra vida, es sano y necesario. Decirle al otro que la constante crítica y visión negativa los afecta no es un ataque personal, sino un mecanismo de auto protección válido. Mi consejo es que traten de expresar sus puntos de vista con cuidado, empatía y respeto, sin levantar el dedo del señalamiento.
Lo importante es que si están afrontando esta situación con colegas en el lugar de trabajo, piensen en ustedes mismos y en aquello que los hace sentir bien. Por eso, si nada funciona, alejarse sí es una opción; aunque también pueden sugerir una ayuda profesional. No está en sus manos resolver el inconformismo y la constante queja de los otros, y menos cuando les hace daño. Recuerden: ustedes no son superhéroes, superheroínas, ni un salvavidas.