Los mentores
viernes, 14 de junio de 2024
Claudia Dulce Romero
Si hay una verdad en la que concuerda casi todo el mundo es que llegar a la cima es imposible sin la ayuda de otros. La visión de alguien más nos permite identificar nuevos aspectos o mejorar en lo que hacemos y somos. Por eso, en el mundo profesional, es tan frecuente ver la figura de los mentores. Su rol principal es empujar a los nuevos talentos y desarrollar más liderazgos. Gracias a sus consejos y ayudas, las personas tienen una mayor oportunidad de crecer en una organización.
Como en cualquier relación personal o profesional, existen desafíos en las dinámicas diarias entre los mentores y los asesorados (mentees). Las relaciones se debilitan, las personas cambian y los contextos varían, y con ello empiezan las fisuras o los quiebres. Para que eso no suceda, comparto algunas recomendaciones que le ayudarán a mantener una buena relación con su actual o futuro mentor.
El primer consejo es acudir siempre a la sinceridad. Esta persona está dedicando parte de su tiempo y conocimiento para compartir con usted y enseñarle lo que sabe. El propósito es que sea una mejor persona o un mejor profesional, entonces, intente devolverle esas buenas intenciones con lo mejor de usted a través de conversaciones basadas en la confianza y la honestidad.
En ese proceso recuerde levantar la mano cuando lo sienta necesario. En ocasiones, los mentores confían demasiado en sus nuevos líderes y los cargan con muchas responsabilidades. Por gratitud y la presión de cumplir con las expectativas, las personas pasan por encima de sí mismas cargando un peso insostenible y se exponen a enfermedades y altos cuadros de estrés. Pero en estas relaciones profesionales, como todas en la vida, también es importante poner límites.
No hay que romantizar las relaciones laborales. Aunque soy una fiel creyente de que es posible tener amigos en el trabajo e incluso ser un gran amigo de su propio jefe, recuerde que las organizaciones son lideradas bajo los números y no con el corazón. A veces se tendrán que tomar decisiones complejas y ahí no se tendrán en cuenta las relaciones ni los años de amistad. Tener esto en mente, por muy triste y desesperanzador que se lea, le ayudará a no asimilar esas acciones como una agresión personal y a hacer balances en otras áreas de su vida.
Lo mejor es enfocarse en su trabajo y agradecer que alguien externo le aporte conocimiento o apoyo. Una palabra o un gesto es suficiente, siempre y cuando sea un acto genuino. A veces la gratitud se da por sentada, pero quienes le han dado una mano a lo largo de su carrera también valoran que alguien reconozca el esfuerzo que han hecho para impulsarlo.
Por último, no menos importante, recuerde que estos mentores no son para siempre. La vida da muchas vueltas y a veces deben despedirse antes de lo esperado, lo que puede generar roces. Cuando ese día llegue, quédese con los consejos, las experiencias y hasta los regaños. Todo eso lo ha convertido en el profesional que es hoy.
Una vez cumpla su ciclo como asesorado o mentee, recuerde pasar a ser mentor y ayudar a alguien más. Todos tenemos algo por enseñarle a alguien.