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Mi jefe se llevó el crédito

Claudia Dulce Romero

¿Alguna vez trabajaste día y noche en un proyecto, pusiste todo tu esfuerzo, tu creatividad y tu pasión, para que al final tu jefe dijera: “yo lo logré”? Ese es uno de los males más dolorosos y frecuentes en muchas organizaciones: jefes que se quedan con todo el crédito, invisibilizando el trabajo de sus equipos.

Estos escenarios se dan por lo general en una cadena descendente, en la que el líder de la organización solicita propuestas a sus gerentes para realizar nuevas apuestas que permitan competir en el mercado. Los gerentes transmiten las solicitudes a sus equipos, incluso, usan discursos muy motivadores para venderles la idea de que con ese proyecto todos brillarán y la empresa logrará excelentes resultados. Algunos hasta prometen ascensos si las metas son extraordinarias.

Bajo esa inspiración, las personas trabajan de manera colaborativa, se esfuerzan por sacar adelante sus ideas, buscan tendencias, conversan con otras personas y logran darle forma a lo que al inicio parecía vago. Los empleados se sienten muy orgullosos del resultado y de esa manera se lo comparten a su jefe, quien compra esa misma idea y la vende a la junta.

Hasta ahí, la cadena es la correcta. Sin embargo, todo puede cambiar en el momento de presentar el resultado: cuando llega el momento de la presentación final, el jefe se apropia del logro. Usa el “yo” y lo vende como suyo.

¿Por qué lo hacen? Muchas veces por inseguridad, miedo a perder credibilidad o pánico a que alguien les arrebate el poder. Pero lo que consiguen es devastador: desmotivar, desinflar y frustrar a sus equipos. Y lo más grave: matar la innovación ¿Quién va a arriesgarse a proponer algo nuevo si sabe que nunca recibirá reconocimiento?

El reconocimiento no es querer recibir un premio o salir en el cuadro de honor de la empresa, es el simple hecho de sentir que lo que hacemos realmente importa. Aunque hay personas que sí prefieren el reconocimiento público, hay otras a quienes les parece más significativo que se reconozca su esfuerzo de manera cercana, más genuina. Un gesto discreto, pero auténtico.

Una buena práctica para reconocer el trabajo del equipo es invitar a sus integrantes a presentar los resultados, ya que fueron ellos quienes construyeron la idea y pueden transmitirla con pasión de primera mano. Sin embargo, este gesto puede convertirse en un peso extra si no se maneja con cuidado. No todas las personas disfrutan hablar en público ni cuentan con las habilidades de comunicación necesarias, y obligarlas puede generar ansiedad en lugar de orgullo.

En esos casos, lo mejor es que sea el líder quien asuma la presentación. Eso sí: al cerrar, debería agradecer públicamente a su equipo y visibilizar su esfuerzo. No basta con un “gracias general”, es mucho más valioso nombrar a quienes estuvieron detrás e incluso incluir sus fotos o cargos en la presentación. De esa manera, se les da el lugar que merecen, se reconoce su aporte y se envía un mensaje claro: las ideas no son de uno solo, sino de todos.

Al final, los jefes que se llevan el crédito solo reciben aplausos efímeros, mientras que los grandes líderes que reconocen a su equipo y multiplican sus voces logran generar confianza, innovación, compromiso y crecimiento en las organizaciones. El éxito nunca será de una sola persona, siempre será compartido entre los equipos de trabajo.

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