¿Por qué alguien querría liderar hoy?
jueves, 10 de julio de 2025
Claudia Dulce Romero
¿Quién querría, en su sano juicio, asumir un rol tan expuesto y vulnerable como el del liderazgo? Se habla mucho de la figura del líder como ejemplo y un modelo a seguir para sus equipos, pero poco se menciona la presión que sienten sobre cada paso que dan, cada opinión que expresan o cada decisión que toman.
El líder se enfrenta constantemente a dilemas complejos, decisiones que no siempre responden a los intereses de todos los grupos involucrados. Debe navegar en un mundo cambiante, con un aumento de tensiones y conflictos globales que no solo generan dolor e impotencia, sino también polarización dentro de las organizaciones. Según diversos estudios, los líderes dedican el 51% de su tiempo a resolver conflictos.
Deben analizar el contexto económico, social, político y cultural para garantizar el éxito de sus empresas. Hoy, liderar implica estar expuesto a un flujo constante de información, muchas veces no verificada, que circula a gran velocidad en redes sociales. Basta una publicación para dañar la reputación de una persona o una institución.
Es un trabajo 24/7. Requiere apagar incendios, resolver situaciones complejas y acompañar a otras personas en sus propios desafíos. Sobre todo, porque actualmente se encuentran cinco generaciones trabajando en un mismo lugar, como he comentado en otras columnas sobre los grandes desafíos de las organizaciones. Personas con valores, motivaciones y formas de trabajar muy distintas que requieren escucha activa, empatía y adaptabilidad.
Según el estudio Global Leadership Forecast 2025, el 71% de los líderes encuestados afirma haber experimentado un aumento significativo de estrés desde que asumió su cargo de liderazgo. Esta cifra aumentó ocho puntos desde 2022. Para muchos, la causa de este estrés es la falta de tiempo para realizar las tareas y compromisos. Lastimosamente, el 40% ha pensado en abandonar por completo sus funciones directivas como resultado de este estrés.
Por estas y otras razones liderar no es una tarea sencilla. Tiendo a romantizar el liderazgo, porque creo en el poder de transformación que genera. Sin embargo, considero que no estamos en tiempos fáciles para ejercerlo. Liderar puede traer soledad, incomprensión y sacrificio.
Algunas personas lo intentan, pero se retiran en el camino al descubrir que no están dispuestas a sacrificar su vida personal. Y está bien: aplaudo a quienes priorizan su bienestar, su salud mental y su tranquilidad. Es de valientes saber retirarse.
Otras personas asumen el liderazgo sin vocación ni compromiso, guiadas solo por la autoridad y el poder que creen tener. Imponen, no escuchan, y en ese proceso dañan a las personas y a las organizaciones.
Luego está el otro grupo de valientes: quienes deciden seguir liderando con los ojos bien abiertos, conociendo los distintos colores que trae consigo el camino. Liderar, a pesar de ser complejo, es gratificante: permite concretar proyectos, potenciar talentos, transformar culturas, ciudades o países. Liderar con conciencia y propósito es multiplicador. Creo que nuestra sociedad necesita cada vez más líderes valerosos, conscientes de que podemos generar cambio sin dejar de lado lo más importante: cuidar de las personas.