El Nobel que revela la fuerza femenina
viernes, 24 de octubre de 2025
Daniela Cepeda Tarud
El Premio Nobel de la Paz concedido a María Corina Machado es un mensaje al mundo. Un mensaje que respalda y fortalece la lucha democrática y el proceso de resistencia que se ha mantenido vivo en Venezuela, a pesar de la permanencia del régimen de Maduro. Pero para mí, este Nobel significa mucho más, significa la lucha humana que encarna María Corina, porque en ella no solo habla un líder político: habla una mujer que se ha convertido en bandera de muchas y que le recuerda al mundo que nosotras tenemos el talante para librar grandes batallas.
Durante décadas, el poder ha tenido rostro masculino. Hoy, que sea una mujer venezolana, perseguida, inhabilitada injustamente y obligada a vivir en la clandestinidad, quien se levante a recibir el galardón más importante de la paz, es mucho más que un logro político, es un reconocimiento a su valentía y a la de todas las mujeres que se atreven cada día a transformar. Es un impulso de esperanza a todas las que dedicamos nuestra vida al cambio social.
El Nobel exalta esa otra cara del liderazgo femenino, la que suele pasarse por alto, la que no se mide en discursos o escenarios internacionales, sino en la vida misma, sostenida entre obstáculos constantes y sacrificios invisibles. Es la historia de lo que significa ser mujer en contextos de poder: actuar con tenacidad y decidir no rendirse, aunque el precio sea la soledad, los señalamientos, la invalidación, las críticas, el miedo o las renuncias que desgarran la vida cotidiana. Esa valentía silenciosa es una fuerza íntima que se reconoce más con el corazón que con las palabras.
Este Nobel, entonces, trasciende a María Corina. Su historia refleja la de tantas mujeres en América Latina que, desde distintos rincones, cargan luchas sociales, convirtiendo este reconocimiento en un homenaje a la fuerza silenciosa de lideresas que sostienen comunidades enteras sin aparecer en titulares, que cargan el peso de la pobreza, de la violencia, de la indiferencia, y aún así lideran y transforman con berraquera y resiliencia. Pienso entonces en las mujeres que han hecho suyos los proyectos que hemos llevado a sus barrios, amplificándolos y transformando poco a poco la vida de sus familias, vecinos y entornos. Este Nobel también es para ellas; valientes mujeres que me han enseñado que el verdadero liderazgo se encuentra en la perseverancia de quienes, con compromiso y amor, luchan día a día por la dignidad de su gente.
Que Machado sea apenas la segunda mujer latinoamericana en recibir este Nobel muestra cuánto falta por recorrer, pero también es un paso importante para visibilizar liderazgos femeninos que transforman la historia. Este hecho abre camino a mujeres que han resistido sin aplausos, que han luchado con miedo, pero nunca en silencio, porque no hay revolución más profunda que la de una mujer decidida a no rendirse y cuando una mujer triunfa, ninguna vuelve a empezar de cero.