Érase una vez un partido de fútbol en el que al minuto 16 el árbitro pitó un penal, pero luego llegó el VAR para convencer al juez de retractarse de su decisión. Si ese penal hubiese visto la luz del día la historia tal vez sería diferente, pero fue la tecnología la que medió para impartir justicia y aportó para que Colombia clasificara a octavos de final.
Rusia 2018 será recordado por ser el Mundial más caro hasta el momento y porque fue el que se entregó por completo a la tecnología. El VAR llegó en medio de la polémica en la que defendían que el error de jueces y jugadores hacía parte del encanto del balompié, el mismo encanto que nos quitó la clasificación de hace cuatro años con el famoso gol de Yepes y el que quizá nos hubiera restado posibilidades en el partido del pasado jueves. Por eso hoy vale la pena a hablar de deporte y tecnología.
Gianni Infantino no se equivocó al apostarle a la tecnología, hoy el fútbol es más justo y se han evitado muchos errores. Los datos variaron respecto a Brasil 2014: aumentaron los goles de pelota parada gracias al VAR, es la Copa del Mundo con mayor número de penales: 24 de los cuales alrededor de 10 fueron por el VAR y el promedio de tarjeas rojas es el más bajo de los últimos ocho mundiales.
Pero no solo eso, por primera vez los partidos se transmitieron en 4K, una resolución cuatro veces superior al formato HD y cada encuentro se cubre con 37 cámaras.
Se implementó un Fan ID para conocer la identidad de los turistas, con el que se reemplazó el pasaporte, sirve para atravesar los controles aduaneros, permite el uso de transporte público gratis y está asociado a tecnología de reconocimiento facial para identificar algún hincha en tribuna que tenga mal comportamiento.
El balón oficial tiene un chip NFC para interactuar con él conectándose al teléfono, mostrando hazañas para realizar con la pelota y su diseño tiene unos pixelados que hacen alusión a la era tecnológica.
Los árbitros tienen un reloj inteligente equipado con un sistema operativo que contabiliza tarjetas, determina si la pelota cruzó la línea de gol, vibra con cada anotación y ofrece estadísticas de cada partido.
Ni hablar de la tecnología usada en las camisetas, las bebidas de los jugadores para recuperarlos, guayos, datos de cada juego, en fin. El deporte migró a la digitalización y encontró en la tecnología su socia ideal no solo para mejorar sus prácticas sino para impulsar el negocio: ¿Cuántas nuevas suscripciones a televisión por cable se dieron para ver los partidos? ¿Cuántos Big Bang se vendieron? ¿Camisetas y zapatillas para mayor rendimiento? ¿Cuántos balones por la novedad de la interacción? ¿Cuáles fueron las ganancias de las empresas desarrolladoras de software?
¿Cuántos analistas de datos se necesitaron? ¿Qué talento TI se requirió? ¿Cuántos empleos asociados a la tecnología se generaron? ¿Cómo impactó la cadena de valor?
Estos datos muy seguramente los tendremos al final de la Copa, pero nos dejan la reflexión de porque amamos la tecnología y porque los sectores que no se monten al bus, quedarán rezagados y olvidados: como el triste día en el que sí era gol de Yepes.
Ahora que tengo su atención: Apoyo total a Mockus, aún necesitamos aprender mucho de él.