Analistas 25/10/2018

Diplomacia científica

David Luna
Senador de la República

La diplomacia científica no es un tema nuevo, desde hace ya varios años la necesidad de esta instancia está no solo en discusión, sino que ya varios países han adoptado la figura y cuentan con diplomáticos con tan noble encargo.

En nuestro país este tema no lo hemos explorado, por eso es importante que empecemos a familiarizarnos con el término, porque puede convertirse en una herramienta fundamental para abrirle posibilidades al talento colombiano para que se prepare en el exterior, así se abrirían más espacios para becas, investigación y nuevas plazas laborales para nuestros profesionales.

La diplomacia científica hace referencia a las actividades que se hacen para promover la cooperación, la colaboración bilateral y multilateral en investigación, tecnología, ciencia e innovación para así buscar soluciones a problemas de interés común como por ejemplo desastres naturales, pandemias o ciberseguridad.

Muchas veces está soportada por el sector privado, tiene una relación directa con la academia, para ser exactos con el top 10 de las mejores universidades en el mundo como también con el empresariado, de hecho, hay consulados que se encuentran asentados en Silicon Valley.

Esta figura existe por una sencilla razón: hacer ciencia en red es mejor que desarrollarla de manera individual, es mucho más rentable hacerla a partir de varias fuentes de financiación, permite la movilización de científicos y se tiene acceso a otras experiencias y casos que pueden se útiles en la búsqueda científica. Todo esto es posible gracias al carácter universal de la ciencia.

Ahora bien, las personas encargadas para este objetivo están en un campo en que es necesario interactuar con varios agentes, los gubernamentales, academia, instituciones publicas y privadas, por eso es imprescindible que sus habilidades sean multidisciplinarias; ya que su labor es lograr reclutar a muy buenos profesionales y establecer importantes alianzas para el desarrollo de tecnología y ciencia.

Solo hay seis países en el mundo que están dando gran importancia a la diplomacia científica en su política exterior. Para ellos esto es una prioridad. En América Latina el único país que ha incursionado en esta figura es México. Por eso crear una gran red de científicos, ingenieros, emprendedores y diplomáticos en la región puede ser una alternativa para buscar entre todos resultados diferentes, uniendo esfuerzos económicos, talento, recuperando las fugas de cerebros y aprovechando que tenemos condiciones geográficas y ambientales similares.

La tecnología va mucho más rápido que la legislación. A diario se genera nuevo conocimiento que puede tener un impacto positivo en el aparato productivo o en la solución de alguna problemática del país y una buena alternativa, para países como el nuestro, de acceder y respaldar estos avances puede ser a partir de la cooperación internacional y diplomática. Por eso vale la pena dejar sobre la mesa esta idea y empezar a hablar de diplomacia científica.

Ahora que tengo su atención: Felicitaciones a Miguel Uribe Turbay por su labor como Secretario de Gobierno de Bogotá. Le deseo muchos éxitos en sus futuros proyectos.

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