La reforma pensional impactará nuestro presente y futuro; será relevante incluso para nuestros hijos. Recordemos su origen, hace un año el Presidente dijo: “El ahorro pensional en las AFP (fondos privados) solo enriquece a los banqueros de Colombia”. Lo mismo dijo Cristina Kirchner cuando expropió las pensiones en Argentina con pésimos resultados.
Por supuesto, debemos corregir tres graves problemas. Primero, solo uno de cada cuatro colombianos logra pensionarse. Segundo, Colpensiones subsidia las pensiones más altas, generando inequidad. Y tercero, los más pobres están totalmente desprotegidos.
Lamentablemente, la reforma no pensiona a más gente, ni incentiva a más personas a cotizar. Tampoco elimina totalmente los subsidios a las pensiones más altas, tema que se debería acabar. Sin embargo, sí introduce elementos para la protección de los más necesitados.
En este sentido, apoyo la ampliación de los subsidios del programa “Colombia Mayor”; no solo es una vieja promesa de campaña que el presidente ha incumplido, sino que es un imperativo moral en un contexto tan difícil para muchos.
Ahora, instrumentalizar a los más pobres no puede convertirse en la estrategia para tramitar una reforma mediocre. Aumentar los subsidios de Colombia Mayor solo requiere la firma de un decreto, no una reforma pensional. En la práctica, esta medida, que en la reforma es el “pilar solidario”, es un aumento de la cobertura del programa y del monto que otorga.
El pilar solidario es la excusa para tramitar una reforma que traslada casi todos nuestros ahorros a Colpensiones. Quienes ganan menos de tres salarios mínimos, es decir, 88% de los cotizantes, se verían obligados a cotizar exclusivamente en Colpensiones. Esto, a pesar de recientes escándalos sobre irregularidades, malos manejos y presuntos actos de corrupción dentro de la entidad. En últimas, está en duda la capacidad de Colpensiones de administrar y generar rendimientos con nuestros ahorros.
La reforma también pone contra las cuerdas a los fondos privados que tienen 19 millones de afiliados, muchos más que los 7 millones de Colpensiones. La cruzada del presidente en contra de los privados no puede borrar los aportes de los fondos. Estos no ponen en riesgo nuestros ahorros, en cambio, invierten en infraestructura y vivienda, sectores en recesión que necesitan reactivarse.
Adicionalmente, con escándalos del presupuesto y la regla fiscal a punto de ser incumplida, el costo de la reforma no debe pasar desapercibido. El gasto pensional alcanzaría más de 900 billones de pesos. En este sentido, es alarmante que el aval fiscal del gobierno suponga que creceremos a 5% durante los próximos 100 años, especialmente cuando crecimos un 0,6% en 2023. ¿Las cuentas están bien hechas?
Lo más lamentable es que hayamos ignorado que la reforma pensional tiene fecha de vencimiento: en 2070, los ahorros pensionales se agotan. Al presidente debo recordarle: “La tierra no es una herencia de nuestros padres, sino un préstamo de nuestros hijos”. ¿Queremos dejarlos sin pensiones?
Hace poco, el ministro Ocampo manifestó: “Esta es la reforma que genera menos controversia y debe ser aprobada”. Siento contradecirlo, pero no creo que por ser la reforma “menos controversial” deba aprobarse. Debería ser una reforma ampliamente concertada y hoy, no lo es.
Me temo que en el Senado la discusión será dura. Pido a la ciudadanía que exija sensatez a sus congresistas; tenemos una responsabilidad histórica. No temo pedir ayuda, Colombia nos necesita y es hora de que los colombianos presten atención a lo que estamos votando en el Congreso.