El Jefe
El pasado 20 de septiembre, Shakira, junto con la banda musical Fuerza Regida, lanzó la canción “El Jefe”, convirtiéndose rápidamente en otro super éxito de nuestra gran artista colombiana.
Mientras muchos disfrutábamos de la canción y nos asombrábamos una vez más por la habilidad camaleónica de la cantante en cuanto a su capacidad de explorar distintos géneros musicales, vimos en la cuenta de la red social X del presidente Gustavo Petro la siguiente afirmación: “Por eso se necesita una reforma laboral”, en clara alusión a la canción “El Jefe”.
Desde luego, la referencia realizada por el presidente nos lleva a escuchar la canción de una manera diferente y, fue en este contexto, que encontré algunas reflexiones que pueden sumar a la hora de preguntarnos cuál es la reforma laboral que necesita Colombia.
“Siete y treinta, ha sonado la alarma. Yo con ganas de estar en la cama. Pero no se puede. Llevo a los niños a las nueve”.
Este verso inicial hace alusión a una realidad que no es ajena a nuestro país. En el caso colombiano, las mujeres emplean en promedio más tiempo en trabajos de cuidado doméstico que aquel que pueden dedicar en una actividad típicamente laboral.
Las decisiones de trabajo presentan una estrecha relación con los roles que las personas tienen en sus hogares. Es evidente que una reforma laboral no está en la capacidad de modificar las estructuras de las familias colombianas, pero si debiera generar acciones que comprendan la realidad laboral de muchas mujeres, que por determinadas circunstancias, dedican un importante tiempo de su vida a labores no remuneradas en sus casas.
Esta realidad hace que sean las mujeres de nuestro país quienes más demanden una norma laboral dinámica que permita opciones flexibles para el pago de salarios, prestaciones sociales y aportes a la seguridad social. De manera tal que vaya acorde con la opción de trabajo de tiempo parcial al que muchas veces acuden por razón de la distribución de tiempos entre múltiples roles.
Desafortunadamente las condiciones actuales o las propuestas en la reforma, no promueven con claridad la configuración de un empleo de tiempo parcial formal, lo que hace que las personas que acuden a trabajos de dedicación fraccionada se sigan viendo, en la mayoría de los casos, obligadas a opciones de trabajo informal; caracterizado por bajos salarios y ausencia de cobertura en seguridad social.
“Tengo un jefe de mierda que no me paga bien. Yo llego caminando y él en Mercedes-Benz. Me tiene de recluta. El muy hijo de puta”.
El anterior estribillo de la canción es tal vez uno de los puntos más potentes, en el que interactúan dos ideas que en cierto punto pueden relacionarse. Por un lado, una voz que reclama por mejores salarios, pero, también otra, que expresa un sentimiento de protesta frente a profundas inequidades sociales.
Los mejores ingresos son la base de un mercado laboral dignificante, entendiendo este como aquel que permite a la persona tomar decisiones libres en medio de un entorno donde el grueso de las interacciones pasa por algún tipo de transacción en el que se requiere capacidad económica.
Ahora bien, la gran pregunta es como una norma laboral podría mejorar los ingresos del trabajador colombiano, sin que ello suponga un desequilibrio que termine por desincentivar la actividad productiva de aquel que genera empleo.
En este punto la ley laboral tendría mucho por aportar. Opciones como la generación de nuevas prestaciones económicas vinculadas con índices de productividad es una fórmula que podría plantear una conversación equilibrada entre trabajadores y empleadores.
Otra alternativa a explorar sería la de dejar de lado el fraccionamiento de las cargas laborales y migrar a un modelo integralizado de pagos, que permita al trabajador un flujo de caja más coherente con el ritmo de sus obligaciones diarias.
Sobre este punto, no es claro que el proyecto de reforma laboral pretenda promover el incremento de los salarios. El concentrar los esfuerzos que tendrían que hacer los empleadores, en temas puntuales como el recargo nocturno o dominical, sin si quiera preguntarse sobre la capacidad real de estos en asumir este nuevo costo, podría terminar por generar un resultado en el que unos pocos tendrían de manera temporal un mayor ingreso, en particular los trabajadores formales que laboran en dicha franja horaria, pero otros tantos podrían sentirse entusiasmados en cantar el estribillo, pues tendrían una nueva realidad que los haría sentirse identificados. La incapacidad de ciertos sectores de atender los nuevos costos podría hacerlos migrar un modelo de supervivencia en el que sus ofertas de empleo son adaptadas a sus nuevas y limitadas posibilidades, es decir con menores salarios.
“Lili Melgar. Para ti esta canción, que no te pagaron la indemnización”.
El cierre de la canción resulta épico desde todo punto de vista. No obstante, para la reflexión propuesta, se hace alusión a un problema de justicia, pues a la trabajadora a la que le terminan el contrato sin justa causa no le pagaron su indemnización. Sobre este aspecto en particular, el proyecto de reforma laboral algo conversa o incluye, aunque lo hace en una dirección distinta.
Observemos que el problema de “Lili” es el no pago de una indemnización a la que tenía derecho, en otras palabras, no es una cuestión de monto sino de satisfacción real de un derecho.
En la iniciativa legislativa se promueve la idea de un aumento, que raya con lo exagerado, en el monto de las indemnizaciones por despido sin justa causa. Vemos, por ejemplo, que para las personas con más de 10 años de antigüedad y que tienen salarios de hasta diez veces el mínimo legal, la indemnización aumenta en 300%; mientras que para quienes devengan más de dicho monto salarial se incrementa en 400%.
Muchas veces se ha dicho que una verdadera reforma laboral es aquella que permite la materialización efectiva de los derechos, es decir, una reforma al sistema de justicia para que este garantice un acceso real, efectivo y oportuno a los derechos del trabajador que son desconocidos por el empleador. Lo anterior realmente permitiría que a muchas personas como “Lili” le paguen su indemnización, más que el hecho de simplemente buscar que le aumenten desproporcionadamente un pago hasta el punto de volverlo imaginario.
“El Jefe” nos muestra algunas razones que podrían justificar una reforma laboral e incluso judicial, por lo que acierta el presidente en hacer eco de la canción para motivar la idea de una reforma. Ahora bien, en lo que se sigue equivocando es en el tipo de reforma, pues a pesar de tener clara la enfermedad sigue sin acertar en la aproximación adecuada del tratamiento.