Mujeres que cambian vida
Aún existen cifras que reiteran la brecha de género, no solo en posiciones de liderazgo en la región, que hoy por hoy es de 21% de acuerdo a ONU Mujeres, sino en tecnología y en el campo científico. Estas cifras las traigo a valor presente días después de conmemorarse el Día Internacional de la Mujer y de la reciente celebración del Día de la Niña en la Ciencia.
Según la comunidad Geek Girls LatAm, de cada 10 trabajadores de la industria tan solo dos son mujeres, una cifra que es proporcional a las mujeres en las carreras relacionadas con ciencia, matemáticas, tecnología o ingeniería, en donde los porcentajes son de 82% frente a un 17% femenino.
Leer estas cifras me hace reflexionar en torno a cientos de niñas en el mundo, quienes seguramente han tenido el sueño de dedicarse a la ciencia y se han encontrado con diversos factores relacionados con su género o situación social, que no les han permitido lograrlos. Si bien grandes mujeres representan hoy roles en la ciencia y la tecnología, aún hay asignaturas pendientes para lograr equidad en este campo.
La Unesco lo ha resaltado. De acuerdo con esta organización, las niñas poseen menos posibilidades de recibir la educación necesaria para emprender carreras en ciencia y tecnología, y las mujeres que trabajan en este campo reciben menor remuneración que los hombres igualmente calificados, además de que poseen menos probabilidad de ser promovidas.
La industria farmacéutica tiene un rol fundamental en llamar la atención sobre esta problemática que no es responsabilidad de algunos, sino que recae en cada uno de quienes hacemos parte de ella. Puedo decir con orgullo que, por ejemplo, en Pfizer el 67% de nuestro comité directivo está compuesto por mujeres, entre ellas, Catalina Hoyos, nuestra directora científica. Cada una, desde diversos roles hace visible que la diversidad trae una gran ventaja competitiva, aporta innovación al día a día, facilita un ambiente de trabajo más agradable y, sobre todo, nos permite cambiar la vida de millones de personas.
Como ellas, he admirado a lo largo de mi carrera mujeres que con determinación dedican la suya a la ciencia. Qué sería del mundo sin el aporte de Françoise Barré-Sinoussi, quien en 2008 ganó un Premio Nobel de Medicina por su descubrimiento del VIH; o de Tu Youyou, científica, médica y química farmacéutica china, quien descubrió la artemisina, utilizada para tratar la malaria. Ellas son, tan solo dos de las 49 mujeres que han conseguido este galardón, otorgado a 833 hombres en más de 100 años de historia. En Colombia, destaco el rol de Nubia Muñoz, epidemióloga quien recibió el Premio Fronteras del Conocimiento en Cooperación al Desarrollo debido a su investigación que ha proporcionado respuestas en el desarrollo de la vacuna contra el VPH, uno de los mayores responsables de cáncer de cuello uterino.
No podemos dejar que las estadísticas sigan creciendo. Empoderemos a nuestras hijas, sobrinas y a todas las niñas y mujeres para transformar el mundo desde sus realidades. Derribemos las brechas invisibles y enlaces ausentes que hoy persisten como techos de cristal. Invito a las empresas a que trabajemos de manera conjunta en iniciativas que construyan una verdadera paridad en el lugar de trabajo, busquemos equipos cada vez más diversos que nos inviten a pensar diferente. Ese será, sin duda, nuestro mayor aporte.