Analistas

Hay que sobrevivir

Diego Gómez

ColmotorUn mensaje trágico para una sociedad es que una empresa se vaya: es un anuncio de que no es capaz y que hay otros lugares mejores para hacer las cosas. Es más grave aún si se trata de una empresa de ensamble final. En ella concurren una red de capacidades sociales que van desde la fundición, el formado y el mecanizado de metales, la inyección de plásticos, textiles y confección de piezas, equipos eléctricos y electrónicos.

Como señala una investigación de Sebastian Aparicio de la UAB, las empresas siembran ciudad. Que debido a la crisis más empresas tomen decisiones como la de Colmotores significara desindustrialización y pérdida de capacidades. Hace dos años creían en el país e hicieron unas inversiones cuantiosas. Ahora cierran sin recuperar esa inversión, y además perdiendo lo construido durante 70 años.

El asunto es estructural y complejo. Colombia ha caído en el índice de complejidad económica (ECI) en los últimos 20 años, es decir, ha desaprendido, perdido sofisticación y productividad. La participación del empleo industrial ha caído significativamente: en Bogotá pasó en 2001 de ser 18,1% a ser 12,4% y de generar 598.000 empleos a generar 516.000. Similar comportamiento se da en Medellín, pero allí la participación actual es de 16,6% y el número de empleos manufactureros cae de 380.000 al orden de 360.000. El cambio estructural se da hacia servicios de alto valor, que suben del orden de 4% su participación en el empleo.

El Plan de Desarrollo proponía la Transformación Productiva, la internacionalización, reindustrialización, el trabajo digno y el crecimiento empresarial. El Conpes de competitividad (4029 de mayo del 23) se proponía aumentar la diversificación y sofisticación de la matriz productiva y fortalecer la consolidación de encadenamientos productivos entre sectores y regiones. La realidad marcha al revés.

El Informe de Competitividad 2023-2024 del Consejo Privado da cuenta de una situación dramática en el país. La razón está en los fundamentales de la economía que este gobierno se ha empecinado en empeorar con cada una de sus medidas, reformas, propuestas y comportamientos. Institucionalmente estamos mal. El país ocupa la posición 99 (entre 209 países) en eficiencia del Estado, y la confianza en el Gobierno y sus servidores en el 20% (frente a un promedio Ocde de 41%), La justicia ocupa el puesto 91. El Estado tiene un gasto público de 35% -el más alto en Latinoamérica- dice el informe citando al Banco Mundial.

Operativamente estamos aún peor. Tenemos la peor calificación en logística en la región. Los costos de importar o exportar son cuatro veces los de la Ocde y los tiempos son 10 veces. El costo de la energía es 15% más caro que el promedio Ocde. Los impuestos a las empresas (como porcentaje del recaudo de impuestos directos) es de 79,9% mientras que en la Ocde es de 29%. Todo eso ha llevado a que el proceso de internacionalización de empresas como Argos, Nutresa y Corona haya sido abriendo decenas de plantas en el exterior.

El resultado es desastroso para la sociedad: La tasa de Informalidad es de 58,1% contra 14,8% del promedio Ocde, y el empleo vulnerable de 47,5% contra 12,7% Ocde. Y todas las reformas de Petro marchando en la dirección contraria. Hay que sobrevivir.

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