Añadiría, nada que sus votantes no supieran. El país estacó conmocionado por los dineros oscuros en su campaña. Pero la elección es un caso de insensatez general. Empecemos por la expresión de gozo de Petro, imágenes imborrables de la memoria colectiva, en el video en que aparece manejando fajos de billetes en una campaña en 2005 (1). Sabíamos también de los manejos de efectivo de Roy Barreras, pues se conocía del caso de los $1.200 millones sustraídos en un apartamento de su propiedad en Cali (2), de los fajos de dinero en su chaqueta en una entrevista de televisión (3), y el del maletín con fajos de dinero que dejó olvidado en un hotel de Bogotá (4).
Sabíamos también de los dineros en efectivo de Piedad Córdoba, detenida en un proceso de inmigración en Guatemala (5), y del proceso por enriquecimiento ilícito en que se pagó un apartamento con dinero en efectivo por parte de Armando Benedetti (6). Sabíamos también de las andanzas en cárceles de Juan Fernando Petro, y de las de Nicolas Petro gestionando dineros. Luego se hicieron escándalos cuando Day Vásquez hizo públicos los manejos de dinero en efectivo. Laura Sarabia podría decir que no hizo nada que no hubiera hecho el jefe.
Sobre su estilo y capacidad de gobierno estábamos suficientemente notificados por su comportamiento y desempeño en la Alcaldía de Bogotá. El cambio apresurado de ministros y las reformas que ha presentado al Congreso estaban anticipadas por sus precedentes como funcionario.
En la campaña de Petro se decidió mover los límites éticos, y no solo fue para el manejo de la estrategia en redes para destruir a sus oponentes, como se vio decir a Sebastián Guanumen (7), hoy cónsul en Chile, sino en toda la gestión de la campaña. Ingrid Betancur le dijo que se había aliado con el diablo, y la maldición se ha materializado en la erosión profunda de su gobernabilidad y en la legitimidad de su gobierno.
El país sabía de las reformas radicales que el Pacto histórico proponía. Sabíamos que la reforma a la salud pretendía eliminar el sistema de aseguramiento para tener un esquema público de salud. Sabíamos que la reforma laboral era para generar mayores inflexibilidades, sobrecostos laborales, atribuciones sindicales e inflexibilidades en el contrato de trabajo. Sabíamos que buscaban una reforma tributaria así no fuera fiscalmente necesaria, pero que dejara ese mensaje político de quitarle recursos a los ricos para dar subsidios. Ahora cuando enfrentamos las consecuencias de haber votado es que valoramos el efecto de elegir este gobierno.
El país sabía lo que se pretendía con el “Perdón Social” que luego trasmutó a la “Paz Total”. Sabíamos que la pretensión era una estrategia de debilitamiento de las fuerzas del orden y una transición a acuerdos con organizaciones criminales que ha destrozado la seguridad ciudadana y el control territorial.
En las encuestas de Raddar se evidencia un progresivo arrepentimiento de los votantes por el gobierno de Petro. En las encuestas a los jóvenes se evidencia un abandono de las ideas de izquierda y un acentuado desplazamiento a la derecha. Las encuestas de favorabilidad muestran que lejos está éste gobierno del nivel de 51% de votantes que obtuvo.
Ahora que la insensatez colectiva de haber elegido este gobierno nos ha estallado en las manos, tendremos todos que defender nuestras instituciones, además de afrontar tres años de un gobierno en crisis que gobernará por decretos en medio de inestabilidad política y líos judiciales. Pesemos mejor para votar en octubre de este año y en mayo de 2026.