La economía circular ha acompañado al hombre desde el inicio de su evolución. En el periodo paleolítico los humanos utilizaron las rocas de corte como hachas de gran impacto: a medida que la roca se desgastaba, se convertían en pequeños cuchillos de precisión. De esta manera, dieron larga vida a la herramienta que usaron en cacería y otros oficios.
Sin embargo, hasta la década de los 80 se creó el término de economía circular. Hace 40 años se comenzó a hablar de sostenibilidad y de manejo integral de los recursos naturales. El objetivo principal es que la materia de aquello que se fabrica y consume permanezca en uso el mayor tiempo posible para reducir el consumo de materias primas y la generación de residuos que impactan de forma negativa los ecosistemas.
Europa ha dado los primeros pasos en la formulación de modelos de economía circular, desde los países nórdicos-escandinavos. En Colombia, según reporte de economía circular del Dane, publicado en agosto de 2020, la tasa de reciclaje y nueva utilización de residuos sólidos y productos residuales generados ascendió un 11,1% en 2018 comparado con 2017.
Aun así, Colombia enfrenta un reto grande porque un porcentaje muy bajo de las empresas en el país han emprendido el objetivo de ser circulares. Pese a ello, algunas compañías del país han comprendido que con un modelo de economía circular alcanzable y medible pueden ser más competitivas. Sus casas matrices internacionales exigen este requisito, lo que ha aumentado el interés por crear programas de reutilización de plásticos, aceites, entre otros productos.
Entonces, ¿qué le ha faltado al país para ser ejemplarizante? Estudiar, evaluar y poner en práctica un modelo factible, teniendo la sensibilidad de proyectar los beneficios que generará en nuestros hijos y sus hijos el contar con un entorno adecuado en el cual vivir. Un entorno en el que cuidemos el agua, la energía y tengamos un consumo consciente de todo, desde alimentos hasta automóviles.
Para asumir este reto de poner en práctica un modelo de economía circular, las empresas deben tener en cuenta cuatro pilares:
El primero de ellos es prolongar la vida útil de los productos y servicios que ofrecen las compañías. Esto no es una invitación a que sean menos rentables, sino a que prioricen el ofrecimiento de productos y servicios más atractivos que exalten el costo beneficio, especialmente en términos de vida útil del producto y protección del medio ambiente.
El segundo pilar es optimizar la vida útil de un producto, su uso y reuso. Un envase se puede usar varias veces antes de disponerlo y con él se puede brindar una segunda vida, así sea en otra aplicación.
El tercer pilar es el reciclaje. Mediante el uso de la materia prima de un producto se puede fabricar el mismo u otro producto. Aquí encontramos el hierro y acero que se vuelve a fundir cuando pierde su utilidad. O está el caso de una hoja de papel que cuando se usó se puede moler y producir una nueva.
El cuarto pilar corresponde a la generación de energía calórica o eléctrica a partir de los residuos. Rescatar la materia para producir energía es sin duda mejor que solo disponer y desaprovechar un residuo.