Analistas

Educar para resistir el pesimismo y construir optimismo

Diego Hernández Losada

En Colombia, la sensación de pesimismo se profundiza día a día, originada en la convergencia de factores externos y acontecimientos internos como el reciente atentado contra el senador Miguel Uribe Turbay, que minan la confianza colectiva. La violencia política no solo amenaza vidas: erosiona los cimientos mismos de nuestra democracia.

Frente a este panorama, las universidades no pueden ser simplemente espectadoras. Deben llamar a la calma, y unirse al clamor colectivo, para exigir garantías por el respeto a los valores democráticos, la protección de la vida y la defensa de los derechos fundamentales. La salvaguarda de la democracia no se limita a las instituciones del Estado; también es deber, desde las universidades, educar a las nuevas generaciones para protegerla.

El sociólogo Basil Bernstein (2000) sostenía que “la educación puede desempeñar un papel crucial en la creación del optimismo del futuro en el contexto del pesimismo actual”. Esta afirmación, citada por Walker y McLean (2013), cobra hoy plena vigencia. La educación no puede limitarse a la transmisión de conocimientos técnicos; debe ser motor de transformación social y un ejercicio permanente de construcción de ciudadanía.

En la Universidad Autónoma de Occidente (UAO), hemos rediseñado la Cátedra de Convivencia y Paz, una asignatura que matriculan todos los estudiantes de pregrado.

Su contenido se desarrolla con actividades de aprendizaje, que forman en valores democráticos, pensamiento crítico y análisis del contexto, con el fin de contribuir a una ciudadanía activa, reflexiva y comprometida con el bien colectivo, entendido como ese bien que, según Paul A. Samuelson (1954), “todos disfrutan en común, en el sentido de que el consumo individual de dicho bien no implica ninguna sustracción del consumo de ese bien por parte de cualquier otro individuo”.

Además, esta trayectoria formativa se complementa con las Escuelas de Liderazgo y de Facilitadores Sociales que la UAO ofrece a sus alumnos de pregrado, así como con programas de especialización orientados a jóvenes, empresarios, profesionales y trabajadores, con el objetivo de fortalecer sus capacidades y ejercer un liderazgo ético y estratégico en tiempos de incertidumbre y pesimismo.

El pesimismo no es injustificado. Internamente, la inseguridad, la polarización, la corrupción, el déficit fiscal y el endeudamiento interactúan reforzando un clima de desconfianza. A nivel externo, las tensiones comerciales globales y los conflictos geopolíticos, agravan la percepción de inestabilidad. La inflación, las tasas de interés elevadas y la volatilidad global impactan directamente en nuestras economías y nuestras vidas cotidianas.

En este contexto desafiante, la educación se convierte en la herramienta más poderosa para resistir el pesimismo y construir optimismo. Solo mediante una educación orientada al desarrollo humano, que amplíe las capacidades y coloque al estudiante en el centro del proceso formativo, podremos contribuir a la construcción de una Colombia más justa, equitativa y en paz.

Tal como lo plantea Melanie Walker (2013), esto implica una formación para el bien colectivo, en la que las universidades no solo transmiten conocimientos, sino que cultivan agentes transformadores comprometidos con la justicia social, el respeto por la dignidad humana y la ampliación de oportunidades para todos.

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