Ya hace rato que el Twitter que conocimos hace unos años pasó a ser un X. Así me refiero a mi relación con esta red social. Perdónenme si comienzo sesgada mi columna de esta semana. Estamos metidos de pies a cabeza en el mundo de las relaciones sociales, de la era digital, interconectados todo el tiempo, casi por default; muy pocos logran aislarse o abstraerse de las redes sociales. ¡Vivimos a golpe de clics! Es difícil aceptarlo, pero todas nuestras jornadas, nuestras semanas, meses y años, de un tiempo para acá, tiene que ver con la vida digital.
Confieso que aunque quisiera, no podría dejarlas, pero hay una de ellas con la que tengo una relación de altibajos: X, como antes se llamaba Twitter. No es buena ni mala, pero navegar en ella es como surcar un mar lleno de altibajos y contrariedades, que me hacen sentir más o menos cómoda, más o menos segura, dependiendo del día, la hora o la coyuntura informativa en que me meta. Con X, todo puede salir mal, o muy bien, depende del propósito comunicativo que tengamos. No me gusta pelear, no me gusta incordiar a nadie ni a nada, la vida se trata más de hacer el bien y de construir, no de destruir.
A todas estas, pongámonos de acuerdo en cómo le vamos a decir, es Twitter o X ¡Qué confusión! Elon Musk le cambió el nombre, pero seguimos asociándola con la imagen del pajarito azul que tuitiaba. Titularé esta columna como su dueño la ha bautizado X, tal como cuando con un grupo de amigas queremos referirnos a alguien, “un X”. No me gusta el universo de X, es la red social en la que me siento menos cómoda y que más choca con mi esencia. Si X fuera un lugar físico y alguien me invitara allí, le diría “vamos a otro lugar, no me gusta el ambiente”.
Me asusta la facilidad con la que se extienden los rumores y las fake news. Generalizar es antipático, tengo la sensación de que es un lugar en el que sacamos nuestro lado más oscuro, grosero, crítico y a veces destructivo. Es frecuente encontrarse con anónimos agresivos, críticos compulsivos y generadores de odio. Insultar, exponer, enfrentar parece ser la actividad predilecta de algunos usuarios. No quiero contagiarme de tantos haters ni del negativismo.
Nunca he estado de acuerdo con el bullying y este parece ser el escenario perfecto para abrirse una cuenta anónima y decir, desde un perfil falso, todo lo que jamás diríamos de frente. Si tuviera elección, no la usaría, pero me gusta estar informada, necesito estar actualizada y me gusta seguir a los grandes líderes de opinión y saber de fuente directa lo que piensan las grandes personalidades del mundo.
Resalto su rapidez de la información, muchas veces me entero de noticias casi en tiempo real, cuando aún no han sido publicadas en los portales noticiosos; es además una gran fuente de información y de conexión. Diría yo que es esa plataforma, en este universo soy más espectadora que activa y creo que hasta nuevo aviso lo seguiré siendo. Lo que no se puede negar es que las redes sociales cambiaron el mundo porque equilibraron la mesa de juego en donde para bien o para mal, todo el mundo tiene su opinión, tiene una voz. Usar la plataforma para bien o para mal, elección de cada uno. Ojalá que cada día escribamos, publiquemos contenido de valor, a manera de construcción y un poco menos de destrucción.