A nadie le gusta hablar de las pensiones, al menos a ningún joven que yo conozca y tengo una explicación práctica de porqué vivimos en una suerte de negación. Simple. Es cuestión de evadir la edad, es invasivo que te estén preguntando cuántos años tienes, menos aún, cuánta experiencia has acumulado de trabajar en la empresa o cuántas semanas cotizadas tienes. ¡Obvio!
Era un tema del que nadie hablaba porque no estaba en discusión, simplemente porque quienes entran a trabajar a una empresa definen su fondo de pensiones automáticamente. Es una asignación “casi por default” que hace el departamento de recursos humanos, incluso sin tener muchos datos sobre los pros y contras de un fondo público versus los privados.
¡Todo el mundo está hablando de pensiones! Quienes le rehuían a decir tengo 20, 25 ó 30 años, cuántas semanas has cotizado o en qué fondo guardan la plata que estás ahorrando para la vejez, está sobre la mesa. El tema pensional hay que tomarlo como una meta de llegada, las mujeres la tienen a los 57 años mientras que los hombres a los 62 (algo justo porque ser madre tiene su costo entre otras cosas, pero ese es otro debate), lo importante son las sumas y las restas de la edad que nos falta para llegar o el número de semanas cotizadas.
El Gobierno Nacional ha propuesto varios grupos pensionales basados en los ingresos, la solidaridad, la capacidad de ahorro y otras cosas; algo así como varios caminos para llegar a la pensión. Cuál camino tome cada persona depende de su desarrollo profesional, su progreso económico y perseverancia en los trabajos formales. Algo que a nadie le gusta proyectar porque no nos digamos mentiras: del futuro nadie sabe, menos aún si vamos a tener trabajo en los próximos meses o años.
Tampoco se debe caer en el error que cometieron muchos abuelos y padres: “quien no conoce su historia está condenado a repetirla”, quienes juzgaron el futuro con base en lo que vivían en el presente; nunca ahorraron, no previeron o se confiaron en su capacidad física de que nunca dependerían de nadie y hoy viven las consecuencias. Hay que leer y entender los alcances, lo bueno, lo malo y lo feo de la reforma pensional de Petro. No soy buena para dar consejos, pero sí hay que sentarse a entender un tema crucial para el futuro.
Lo único cierto por ahora es que debo ser consciente de que cada semana de trabajo suma, que estoy ahorrando en un fondo que debe ser rentable, que hago las cuentas de cuántos años me faltan (un montón) y cuál es el mejor camino para tener una jubilación segura, pero también descuento que sueño con un año sabático, hacer empresa, estudiar, viajar, disfrutar de la vida, montaña, playa, mar, atardeceres, viento, navegar, todas esas cosas sinónimo de placer, pero que para tenerlas debo tener la seguridad de que el ahorro pensional algún día me lo permitirá porque es el fruto de mi trabajo.
En medio de este debate pensional me preguntaron en la cabina de La FM: ¿y en quién confías para entregarle tu ahorro pensional, en un fondo público o uno privado? Simple, como lo dije al comienzo, quisiera que el ahorro sea rentable, que me garantice realizar todos mis sueños cuando sea el momento y que el dinero que ahora entrego, alguna vez lo pueda disfrutar porque es mío yo lo trabajé. Más que político, las pensiones, son un tema de calidad de vida... en el futuro.