Como cualquier otro problema de la vida, parte de la solución ante la difícil situación que atraviesa nuestro país con motivo de la pandemia del covid-19 pasa por adoptar una actitud positiva. Y aunque resulte curioso, un planteamiento tan simple logre ser un motor de cambio que permite no solo afrontar la situación de corto plazo sino también de largo plazo. En una concepción amplia del término, una actitud implica tres elementos fundamentales: conocimientos, sentimientos y comportamientos (conocido como modelo tripartito), todos ellos enmarcados dentro de la interacción con un entorno. Cada uno de los elementos esta interrelacionado con los otros de tal manera que permean en últimas las acciones.
Basta con ver las noticias recientes de cómo algunas personas no respetan las medidas que restringen la movilidad o los casos en los cuáles se ataca a los héroes de la salud que están enfrentando la situación de primera mano. Incluso se ha llegado al extremo de atacar a las autoridades que se encuentran realizando acciones en pro de mantener el aislamiento. Precisamente, parte de la explicación a estos comportamientos pasa por ser consientes del efecto que tiene la difusión de la información. En la medida que los medios de comunicación, autoridades, familiares y amigos sean responsables sobre el manejo de los contenidos, se va a generar por tanto en la población sentimientos acordes con dicha información. Miedo, desesperanza, pesimismo pueden ser algunos de los sentimientos que se pueden generar frente a contenidos alarmistas que en ocasiones suelen ser parcialmente falsos o parcialmente correctos sobre la situación del covid-19.
Además, en su relación con el entorno, los comportamientos que tengan otros miembros de la sociedad, sobre todo las autoridades, pueden generar sentimientos negativos. Por ejemplo, las noticias relacionadas presuntos usos inadecuados de los recursos públicos, que se presumen como ciertos antes de ser probados, pueden generar desesperanza en la población, aunque luego no haya condenas o se castigue ejemplarmente a los culpables. La última encuesta de Invamer muestra que hoy en día las personas consideran como el principal problema a la corrupción.
Son precisamente estos sentimientos negativos los que pueden entonces generar comportamientos que no aportan en la solución del problema.
Una encuesta reciente desarrollada por Cifras y Conceptos muestra que 64% de los encuestados expresan sentir incertidumbre, 43% miedo, 26% tristeza y 8% ira. Esto lleva a pensar que el gobierno debe propender por desarrollar acciones que ayuden a mitigar estos sentimientos negativos.
Hoy en día parece haber un consenso en cuanto a que la solución a la difícil situación del covid-19 pasa por adoptar soluciones no convencionales. Pensarse en términos de generar actitudes positivas puede ser una de estas respuestas heterodoxas. Generar todas las posibles medidas que aporten a la divulgación de la información de una manera clara, veraz y concisa, así como políticas públicas para desarrollar espacios de reflexión y concientización sobre comportamientos no deseados debe ser una prioridad del gobierno. Por supuesto, esto pasa por generar la tranquilidad si se hace evidente que en materia económica y de salud pública se están generando todos los mecanismos para asegurar un menor impacto en el corto y largo plazo. Sin embargo, no debe restringirse únicamente a estos aspectos sino también en todos aquellos que afectan a la población más vulnerable como es la educación y la salud. Las acciones de las autoridades pueden acentuar o no las actitudes que tiene la población sobre ellos y sobre otros grupos poblacionales. No en vano en la encuesta de Cifras y Conceptos cerca de 40% de los encuestados no evalúan de forma favorable las acciones emprendidas por el gobierno central para enfrentar la pandemia del covid-19. Estos resultados contrastan con el 18% de los encuestados que considera la labor de la alcaldesa de Bogotá como desfavorable (resultados corroborados en la encuesta de Invamer).
Frente a otros grupos poblacionales, es claro que en el contexto de la política de aislamiento por motivo de la pandemia, se ha evidenciado un rechazo mayor sobre la población venezolana. Si antes de la emergencia la mayoría de la población tenía reparos sobre la presencia de venezolanos en nuestro país, ahora dicha actitud se acentuó. Además, también se está gestando una actitud de rechazo frente a los ciudadanos Chinos por ser el país originario de la pandemia.
Como se ha mencionado en otros contextos, esta es una oportunidad de oro para generar cambios no solo en términos laborales, educativos o económicos, también se trata de repensarse como sociedad. Adoptar una actitud positiva implica ser agentes activos de cambios en los tres elementos mencionados. Implica ser responsables sobre la información que se adquiere y se comparte, implica repensar los sentimientos y comportamientos frente a la población en general, frente a los grupos específicos como los profesionales de la salud, población vulnerable, extranjeros, entre otros. Además, y considerando el efecto del entorno, implica por parte de las autoridades asumir actitudes adecuadas que generen confianza sobre en la población. Como resultado, se podrán generar las condiciones para el trabajo en equipo que permita superar la situación actual y la reactivación futura, generarán las condiciones de respaldo a las políticas de gobierno y en general cimentarán mayores apoyos a todos los actores que cada día le hace frente a la pandemia.