Violencia basada en género: una carga económica y social insostenible
Esta semana, el caso de una colombiana víctima de feminicidio en México nos conmovió. No es la primera vez y no dejará de serlo hasta cuando la sociedad mida, no solo el costo emocional sino el altísimo precio para la sociedad. Esta medición sí que apoyaría a movimientos como “Ni una más” a lograr su cometido.
La violencia basada en género (VBG) se refiere a cualquier tipo de violencia, abuso o trato injusto hacia una persona debido a su género o su identidad de género. Esta forma de violencia se dirige específicamente hacia las mujeres y las personas que no se adhieren a los paradigmas de género tradicionales, como las personas de las comunidades agrupados para bajo la sigla Lgbtq+.
No se limita solo a la violencia física, sino que abarca un espectro más amplio de comportamientos y actitudes, que refuerzan la desigualdad de género y perpetúan la discriminación. Puede manifestarse de diversas maneras, como la violencia doméstica, el acoso sexual, la trata de personas con fines de explotación sexual, la mutilación genital femenina, entre otras formas de violencia específicas hacia las mujeres y las personas de género no binario.
La temática ha sido abordada por Econometría en varias de sus evaluaciones y estudios, como por ejemplo en la iniciativa Spotlight de Naciones Unidas en Honduras; en el análisis de las narrativas de mujeres excombatientes; en la caracterización sociodemográfica y de condiciones de calidad de vida de las actividades sexuales pagas en el Distrito; en el diseño de estrategias de alcance nacional y local para la transformación de las normas sociales que perpetúan la violencia sexual y el castigo físico para Unicef; así como en la evaluación de impacto de programas para mitigar la VBG en México, Perú y Colombia.
La VBG es un problema arraigado en Colombia. Al año se presentan miles de casos. Tan solo los feminicidios, que son aquellos asesinatos de mujeres por el hecho de serlo, bordean los 700 casos al año en el país. Según el Observatorio de Feminicidios de Colombia, a julio de 2023 ya se registraron 302 casos. Estas son cifras preocupantes que resaltan la urgencia de abordar la violencia basada en género, así como promover la igualdad y el respeto hacia las mujeres.
El país ha enfrentado durante mucho tiempo altos niveles de violencia basada en género. Según datos del Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses de Colombia, en 2022 se registraron más de 79.000 casos de violencia intrafamiliar y cerca de 26.000 casos de violencia sexual. Estas cifras son alarmantes y reflejan la magnitud del problema en nuestro entorno.
Además de ser una violación grave de los derechos humanos, esta forma de violencia tiene implicaciones significativas para la sociedad en su conjunto. Más allá del sufrimiento humano que causa, que debe ser la primera razón para combatirla, la violencia de género también tiene un componente económico.
Determinar el costo exacto de la VBG en Colombia es un desafío debido a la naturaleza multifacética del problema y a la falta de datos detallados y actualizados. Sin embargo, es ampliamente reconocido que este tipo de violencia tiene un impacto significativo en la sociedad y genera costos económicos y sociales considerables.
Este tipo de violencia conduce a lesiones físicas y problemas de salud mental a largo plazo, lo que resulta en costos significativos en atención médica. Las víctimas requieren servicios médicos urgentes y a largo plazo para tratar las consecuencias de la violencia, incluyendo cirugías, medicamentos y terapias. Además, los servicios sociales como refugio, asesoramiento psicológico y asistencia legal son necesarios para ayudar a las víctimas a reconstruir sus vidas.
Estos costos recaen tanto en los sistemas de salud públicos como en los privados, y representan una carga financiera para la sociedad en su conjunto.
El fenómeno en cuestión tiene un impacto directo en la fuerza laboral. Las víctimas pueden perder días de trabajo debido a las lesiones o la necesidad de buscar seguridad. Además, la violencia puede llevar a la pérdida de empleo o a la incapacidad de mantener un empleo estable. Las personas que sufren VBG pueden necesitar tiempo libre para recuperarse de las lesiones, asistir a citas médicas, buscar refugio seguro o protegerse a sí mismas y a sus hijos.
Esto puede resultar en una disminución de la productividad económica a nivel individual y también a nivel nacional si se considera el número de personas afectadas. Esto no solo tiene un impacto en los ingresos individuales de las víctimas, sino también en la economía en general. La disminución de la productividad económica y el desempleo resultante generan una carga adicional para los sistemas de bienestar social y pueden afectar el crecimiento y desarrollo económico del país.
También tiene un impacto significativo en la educación. Las víctimas, especialmente mujeres y niñas, pueden perder días de formación debido a la violencia o incluso abandonar la educación por completo. Esto perpetúa un ciclo de desigualdad y limita las oportunidades futuras de empleo y desarrollo económico. Además, una educación deficiente tiene un impacto negativo en el desarrollo social y la cohesión de la sociedad en su conjunto.
Las víctimas a menudo necesitan servicios sociales para ayudarles a recuperarse y reconstruir sus vidas. Esto puede incluir refugio y alojamiento temporal, asesoramiento y apoyo psicológico, asistencia legal, programas de rehabilitación y orientación profesional. Estos servicios sociales tienen un costo y requieren recursos adicionales por parte de la sociedad.
Más allá de los costos económicos directos, la violencia basada en género también tiene consecuencias sociales y emocionales perjudiciales. Genera miedo, inseguridad y desconfianza en la sociedad, lo que afecta la calidad de vida y la convivencia no solo de las víctimas sino de sus familias. Este tipo de violencia socava los valores fundamentales de igualdad y respeto, y debilita la cohesión social necesaria para el progreso y el bienestar.
El gobierno colombiano, organizaciones de la sociedad civil y activistas han estado trabajando para abordar esta problemática. Han surgido leyes y políticas para proteger los derechos de las mujeres y prevenir la violencia de género, pero aún se necesitan mayores esfuerzos para garantizar la seguridad y la igualdad para todas las víctimas de este tipo de violencia en Colombia.
Sin embargo, abordar la violencia basada en género requiere un enfoque integral que incluya la promoción de la igualdad de género, el empoderamiento de las mujeres y la implementación de políticas y leyes que protejan los derechos de todas las personas, independientemente de su género.