Analistas 26/05/2018

Primera vuelta presidencial

Edgar Papamija
Analista

Llama la atención la poca importancia que le da The Economist a nuestro debate presidencial. En la economía global, somos simples exportadores de materias primas y commodities a países desarrollados que, aun teniéndolos en su territorio, resuelven, en el marco de la hipocresía mundial, evitarse daños ecológicos en su suelo e importarlos de las antiguas colonias como sucede con el carbón.

Cuando el calentamiento global y los efectos de la concentración de CO2 por el uso de combustibles fósiles, haga insostenible la política Trump, del avestruz, esos países abandonarán la explotación del petróleo y lo importarán de los países que necesitan sobrevivir, sin importar la calidad del aire que respiran ni los daños al medio ambiente.

En política, el semanario inglés da una opinión que compartimos plenamente: “pase lo que pase, Colombia”, afirma, “está lejos de parecerse a Venezuela pues es una democracia sólida con instituciones relativamente fuertes”.

En lo nacional, el clima económico no acusa, tampoco, sobresaltos. Crecemos a un modesto 2,2%, según el dato del último trimestre, mostrando que la construcción, las obras civiles, la explotación minera y la industria siguen ralentizando el crecimiento. La campaña política de temores y amenazas quedó atrás, y sorprende el cambio de discurso de algunos candidatos. Iván Duque no volvió a hablar del fracking, del pico y placa en el IVA, de reanudar la fumigación con glifosato, de eliminar las Cortes.

Está claro que su mayor debilidad es la influencia que sobre él ejercen sus socios y es ostensible la inexperiencia que lo hace presa fácil de esos aliados, insignes representantes de todos los vicios de la política tradicional. Su libreto memorizado abarca todos los temas, incluida la rebaja de impuestos. Su mentor lo tiene alineado contra la paz y arrinconado a la extrema derecha.

Gustavo Petro ha ido en claro ascenso en esta carrera presidencial. Ya no es l´enfant terrible de las primeras horas y se apoderó del debate. Impuso la agenda y colocó a sus contradictores a la defensiva. La educación, la salud, la reforma política, la reforma agraria y los temas ambientales ha copado la discusión; y en todos ellos, han tenido que referirse al exalcalde para controvertirlo o para estar de acuerdo.

El tema de Venezuela, fatigó a la opinión. Su llamado a hacer con las fuerzas democráticas del país un acuerdo sobre lo fundamental, evocando la memoria de Álvaro Gómez y de líderes del partido liberal, lo aleja del estereotipo de vocero de la extrema izquierda en que quisieron encasillarlo, y hasta su declaración de renta ha mostrado al país que Petro, como lo muestran las encuestas y la movilización de multitudes, es un firme candidato para llegar a la Presidencia.

Fajardo y De la Calle han hecho aportes de sensatez y calidad humana al debate presidencial que, con contadas excepciones, al menos entre los aspirantes, ha mostrado civilidad y cultura.

Vargas Lleras no llena las expectativas, pues tengo la impresión que vendió la tesis de que ya “fue todo” e “hizo todo” y entonces nadie entiende qué más puede hacer. En ese largo trasegar por la vida pública y por la administración, le ha tocado recoger aliados cuyo comportamiento deja mucho que desear y representan lo que el país quiere derrotar.

Está claro por quién será mi voto. El domingo debe ganar la democracia, y los colombianos daremos un paso más en el camino de la paz y la esperanza, pensando en la reconstrucción moral de la república.

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