Analistas 02/02/2019

Un Estado, dos Gobiernos

Edgar Papamija
Analista

Algunos analistas no ven con buenos ojos los informes de Oxfam, la ONG internacional que trabaja en más de 90 países en programas de atención humanitaria y en investigación sobre temas sociales. En su último informe hace un preocupante diagnóstico sobre la lucha contra la pobreza y la enorme concentración de la riqueza, como una tendencia mundial, que agrava el fenómeno de la desigualdad. Mientras la población más pobre ha reducido en el último año su riqueza en un 11%, los milmillonarios del planeta han obtenido un incremento de US$2.500 millones cada día. El informe sobre Desigualdad Global del año pasado, muestra dramáticamente que mientras la mitad más pobre de la población recibió 12 centavos de cada dólar de crecimiento, el 1% más rico de la población recibió 27 centavos por cada dólar.

Llama la atención, en los países latinoamericanos y del Caribe, con los mayores índices de inequidad y de desigualdad, la carencia de políticas públicas orientadas a generar movilidad social y a eliminar brechas en los sectores más vulnerables, como en el de las mujeres, que siguen marginadas pese a algunos esfuerzos aislados que se hacen para mejorar sus condiciones laborales y dar valor a la política del cuidado. En este aspecto la Unesco ha llamado la atención sobre la importancia de mejorar el acceso de la mujer a la educación secundaria, para incrementar su productividad y disminuir el preocupante índice de embarazos en adolescentes que estimulan la marginalidad y la inmovilidad social.

Preocupa, a la luz del informe Oxfam, que en Colombia vivamos esa realidad con graves falencias en temas fiscales y en la prestación de servicios públicos esenciales. Aquí la cooptación del poder político por parte de empresarios y terratenientes genera, como en casi toda Latinoamérica, abusos y corrupción poniendo el Estado al servicio de unas minorías. La evasión de impuestos mediante exenciones y elusiones ha llevado a que el 10% más rico contribuya, tan solo, con el 4,8% de su ingreso, con el argumento falaz de que esas concesiones tributarias inciden en mayor crecimiento, cuando está demostrado, según el Banco Mundial, que solo gravando la riqueza podremos mejorar las condiciones para generar equidad.

De otra parte el informe hace recomendaciones que aquí se miran con recelo. Oxfam insiste en la universalidad y gratuidad en servicios esenciales como salud y educación, y llama la atención sobre los riesgos de las APP que, privatizando servicios, condenan a la pobreza o hacen vulnerable a las personas que han alcanzado algún grado de mejoramiento económico. Es claro que en Colombia, pese a las buenas intenciones que expresa el Presidente y pese a los enunciados del Plan de Desarrollo sobre equidad, emprendimiento y legalidad, estamos quedando en eso, en enunciados, como los de la lucha contra la corrupción, pues desafortunadamente, al igual que Venezuela, tenemos un Gobierno bicéfalo con posiciones diferentes y antagónicas en todos los temas.

En nuestro país ese diagnóstico se agrava, pues hay una dicotomía en la formulación de la política social y económica, sumada a la avidez de los Halcones para entronizar en el país una derecha guerrerista que, no contenta con haber encontrado en la estupidez de un grupo terrorista la justificación para volver a la confrontación armada interna, hace gala de infinita torpeza para empujarnos a un conflicto internacional de pronóstico inimaginable. Nada fácil predecir el futuro nuestro con un Estado y dos Gobiernos.

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