Políticos y economistas están dando palos de ciego y nadie sabe para dónde vamos. La economía envía señales contradictorias. La producción no reacciona. El desempleo tiende al alza en el sector rural, pero se estanca en el balance general y la confianza del consumidor sigue afectada por el pesimismo, pese a la leve recuperación del consumo. La inversión, si bien es cierto ha disminuido, está reaccionando. Los gobiernistas, ahora tan escasos, cantan victoria con una inflación de 3,35%, en el primer semestre, llegando a los niveles que manda la ortodoxia del Banco de la República y, con más fe que pragmatismo, siguen anunciando el fin de la desaceleración económica pese al preocupante grado de endeudamiento que supera el 40% del PIB y un déficit fiscal que bordea el 4% del PIB.
Por su lado, los políticos no aciertan en nada. El uribismo encandilado por el supuesto éxito en el plebiscito, da palos de ciego y juega a los carros chocones dándose contra el mundo. Sus practicantes viven a órdenes del jefe y todo apunta a la gestación de un Cámpora a la colombiana. El senador Duque, que parecía el candidato ideal de ese sector, se ha ido plastificando a tal punto que sus propuestas parecen apuntes de clases esterilizados, para alumnos de economía. De los demás nadie habla, pues se suponía que la Fiscalía otorgaría el agreement al exgobernador de Antioquia Luis Alfredo Ramos, pero todo indica que ese beneplácito está enredado.
De otra parte, el liberalismo no existe como alternativa real de poder y el conservatismo es asunto del pasado; La U cumplió su cometido pues todo indica que su personería tiene fecha, muy próxima, de vencimiento, cotizando bajo en el mercado de las acciones políticas y Cambio Radical tiene tantos líos, que su jefe duda entre fungir como destechado político o quedarse bajo la sombrilla de la familia Char, dueña del Junior y del destino del ex vicepresidente.
La izquierda, depositaria del cambio, no cambia. Allí reina la desconfianza y nadie cede a favor de nadie. En lo único que están de acuerdo y paradójicamente coinciden, con la derecha y con el centro, es en el temor a Petro, quien tiene discurso y disputa la vanguardia en las encuestas. Las Farc conocen sus limitaciones y tratan de entender ese “extraño mundo de Subuso” tan ajeno y extraño a su anterior estado.
Preocupa la polarización que avanza generando un proceso caótico y anarquizante que cada día será mas difícil de encauzar. El establecimiento se embelesó con la pelea de egos entre pares que se disputan el mismo nicho electoral, olvidando que tarde o temprano los sectores marginados buscarán respuestas a sus legítimas aspiraciones, entre el populismo y la demagogia, dejando al descubierto su irresponsabilidad.
Como si faltaran elementos disolventes, la corrupción no da tregua. Todas las instituciones, públicas y privadas, y todos los estratos aparecen involucrados en ese remolino perverso ante la impotencia de la justicia y la inexistencia de la sanción social. Los corruptos siguen, como hemos repetido, haciendo de las suyas y pavoneándose sin sonrojo en todos los ámbitos sociales.
El escenario kafkiano que vivimos hubiera servido a Ionesco para recrear lo irreal y lo imposible, producto de una absurda pesadilla; pero el reto no es el retorno infinito de Sísifo sino la construcción responsable de un mundo mejor para 46 millones de colombianos que compartimos el mismo suelo y el mismo cielo.
¡Es urgente recuperar la sensatez para construir un nuevo pacto social!