En 2021 el déficit externo fue cercano a US$17.000 millones, equivalentes a 5,3% del PIB. Esto quiere decir que las importaciones de bienes y servicios excedieron ampliamente a las exportaciones y los ingresos netos por transferencias. Como lo reconocen muchos analistas, un abultado déficit externo en cuenta corriente es un factor de riesgo macroeconómico porque sólo es sostenible si hay suficientes fuentes de financiamiento externo para cubrirlo.
Se necesitaría aumentar 42% las exportaciones de bienes, o reducir 32% las importaciones de bienes para cerrar ese déficit. De aquí se puede saltar rápidamente a la conclusión, según unos, de que es urgente hacer algo para exportar más o, según otros, de que hay que poner control al exceso de importaciones, lo que de paso estimularía la producción nacional de alimentos y manufacturas.
Pero así no es como funciona este asunto. Quienes hacen esas recomendaciones olvidan que la tasa de cambio es flexible, lo cual quiere decir que el precio del dólar se mueve lo que sea necesario para igualar la oferta y la demanda de divisas. Eso implica que, si aumentan las exportaciones, por ejemplo cuando sube el precio del petróleo como está ocurriendo ahora, la tasa de cambio tiende a caer porque hay mas divisas. Y eso hace que haya menos de otras exportaciones y que aumenten las importaciones, que se vuelven más baratas. Si los montos de financiamiento externo se mantienen sin cambio, el déficit externo en dólares no tiene por qué reducirse cuando suben las exportaciones.
De esto de deduce algo muy sencillo: para reducir el déficit externo es necesario que se reduzca el financiamiento externo, bien sea porque el sector privado y el gobierno estén dispuestos a endeudarse menos en el resto del mundo, o porque no puedan encontrar el financiamiento externo que quisieran tener. Por eso es tan importante reducir el déficit fiscal, ya que eso moderaría las necesidades de financiamiento externo para el gobierno.
¿Qué posibilidades hay de que en el primer año del próximo gobierno se reduzca el déficit externo? Yo diría que altas. Pero no porque se vaya a recortar súbitamente el déficit fiscal, sino porque es factible que los mercados financieros externos se sequen, induciendo un aumento de la tasa de cambio y forzando al sector privado y al gobierno a apretarse de repente los cinturones.
No hay evidencia para asegurar que esto necesariamente tiene que ocurrir, pero sí unas cuantas señales de que los mercados financieros internacionales podrían volverse en contra nuestra. Una de esas señales preocupantes es lo que ha pasado recientemente con el rendimiento de los títulos de deuda del gobierno con maduración a un año. Hace un mes ese rendimiento era apenas 4%. Actualmente está en 8,4% (dato a febrero 28), y la curva de rendimientos se ha vuelto prácticamente plana. Los títulos a un año de otros países latinoamericanos como Chile y Brasil han tenido un comportamiento parecido, lo cual sugiere que los inversionistas están vendiendo activos de corto plazo que no lucen muy atractivos o que podrían perder liquidez. Y es posible que estén haciendo esto en previsión del inevitable apretón monetario que tarde o temprano tendrá que hacer la Reserva Federal para contener la inflación en Estados Unidos.
No puede descartarse que si la Fed recorta rápidamente su programa de compra de títulos de deuda o si sube la tasa de interés más allá de lo que esperan los mercados, se desaten desórdenes financieros de todo tipo, debido a los enormes riesgos encubiertos que se han acumulado como resultado de las bajas tasas de interés y la gran abundancia de liquidez tras muchos años de políticas monetarias súper expansivas.
Así que es muy posible que pronto se corrija el déficit externo colombiano, pero de una forma muy poco agradable. No hay que olvidar que cuando el financiamiento externo se vuelve escaso, los capitales colombianos salen corriendo.