Analistas 18/12/2025

¡Educación con sello de campeón!

Eduardo Verano de la Rosa
Gobernador del Atlántico

Todavía resuenan en mi pecho los gritos de júbilo del triunfo nítido de nuestro Junior de Barranquilla. Esa alegría desbordante, esa unión que paraliza al Caribe y nos hace sentir invencibles es la misma que quiero que sientan por nuestro sistema educativo.

¿Por qué no celebramos cada avance en las aulas con la misma intensidad con la que gritamos ese gol que nos catapultó a la estrella número 11? Necesitamos que la educación en el Atlántico y en toda Colombia sea nuestro “Junior”: un orgullo que nos movilice a todos, desde lo público y lo privado, con una pasión tan desbordante que sea innegociable.

Mi visión es clara: la educación, en todos sus niveles -desde preescolar hasta posgrado-, debe dejar de ser un privilegio de pocos para convertirse en un camino vibrante para todos. Tenemos que seguir esforzándonos por democratizar las oportunidades para quienes hoy están al margen. El sueño dorado de garantizar colegio y universidad para la gente no es solo un anhelo romántico, es una obligación presupuestal y social.

Para lograrlo, la clave está en la “arquitectura digital”. En el Atlántico nos adelantamos al país central con la instalación de 400 km de fibra óptica, fue en enero de 2010 cuando oficializamos la interconexión de 18 municipios desde Puerto Colombia lo que mejoró la competitividad del departamento.

Entendimos que las autopistas del futuro no son solo de asfalto, sino de bits, pero no basta con cables, necesitamos una verdadera democratización del acceso digital que no distinga entre el campesino que labra la tierra y el joven que camina por la ciudad. La brecha digital es la nueva cara de la desigualdad; si no la cerramos, estaremos condenando a gran parte de nuestra gente a una nueva forma de exclusión.

Debemos impulsar nuevas carreras que generen riqueza con rapidez, habilidades en IA y programación, pero sin olvidar lo esencial. Como bien señala la experiencia internacional analizada por The Economist, el éxito de países como Finlandia, Canadá y Corea del Sur no solo radica en la tecnología, sino en la transformación del docente. Necesitamos maestros que, emulando los mejores modelos globales, pasen de ser meros transmisores de información a ser facilitadores de pensamiento crítico.

El docente debe evolucionar, capacitarse en inteligencia emocional y habilidades digitales, para que el aula -presencial o apoyada en lo virtual- sea un laboratorio de ideas y no un espacio de pasividad frente a una pantalla.

Todo el tiempo estamos firmando acuerdos para que el acceso a la educación en todos sus niveles sea rutina. En este momento 5.000 jóvenes -de los 10.000 proyectados hasta el 2027- de corregimientos y cabeceras municipales están cursando carreras universitarias muy cerca de sus casas con el respaldo del Gobierno nacional, la Gobernación del Atlántico, la IUB y las alcaldías.

Nada reemplaza el poder de un libro o la socialización en el salón de clase. La tecnología debe ser la herramienta, no el fin. El reto es evitar que la “riqueza digital” se quede solo en las Big Tech o en los mismos de siempre. Debemos formar una generación que cree su propia riqueza, que use las TIC para cerrar brechas y no para ensancharlas.

¡Es hora de jugar el partido de la educación con la misma garra de nuestro Junior! Que cada joven que acceda a una tableta, a una beca o a una nueva carrera técnica o profesional le gane por goleada a la pobreza.

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