Inmanuel Kant (1724) es el pensador de la Ilustración en el mundo occidental, movimiento surgido en el tránsito a la modernidad. Su pensamiento idealista tiene como eje la humanidad y se centra en el individuo libre, digno, titular de sus derechos para vivir en paz bajo el gobierno de la razón.
Esto se concibe dentro de un orden jurídico fundado en un Estado de Derecho, una organización política bajo la guía de la ley que se aparece como la razón jurídica e instrumento de justicia.
Concibe a la humanidad en un mundo globalizado y su pensamiento es federalista en lo nacional y en lo internacional. Por tener como centro de la humanidad al hombre como individuo, el derecho y el Estado de Derecho son instrumentos al servicio del hombre, lo que quiere decir que el individuo no se disuelve en el Estado.
Su filosofía parte de la idea de un hombre que está en una situación que no garantiza la protección de sus derechos y enfrenta el peligro de las guerras que destruyen la sociedad.
El hombre de Kant es un ser que se gobierna por la razón. Igualmente, la Ilustración lo obliga a salir de su condición de minoría de edad y de su incapacidad de autogobernarse por su raciocinio y sus instituciones políticas y jurídicas, por tanto lo hace un federalista.
Juan Pabón, en su trabajo, “La actualidad de: Hacia la paz perpetua de Kant”, nos dice: “la Ilustración tiene un espíritu racional y laico, se guía por las ideas del dominio de la razón y de una vida espiritual marcada por la razón”.
Norberto Bobbio al respecto dice “(…) el escrito de Kant sobre la Ilustración recomienda: “tener el coraje de pensar con tu propia cabeza”. Para poder actuar, el hombre por su propia cabeza debe tener las competencias e instituciones de gobierno y legislativas propias y autónomas, es decir, debe tener soberanía en materia de autogobierno.
Salir de la minoría de edad es atreverse a pensar por cuenta propia y autogobernarse con sus instituciones a nivel departamental, regional, nacional e internacional en una república. No se puede alcanzar la mayoría de edad sin derecho al autogobierno de los propios asuntos y sin competencias e instituciones legislativas.
En otras palabras, la centralización política de la organización del poder en nuestro territorio al concentrar los poderes en un centro, somete a la condición de menores de edad a la ciudadanía de los departamentos, regiones y ciudades, es todo lo contrario al pensamiento federalista de Kant.
Su invaluable herencia, a la que no podemos renunciar, nos la recuerda el pensador italiano Luigi Ferrajoli en su libro “Por una Constitución de la Tierra” cuando nos dice: “el hombre salvaje se vio forzado a renunciar a su brutal libertad y buscar paz y seguridad en el marco legal de una constitución.
Kant nos sugiere hoy: la paz no es posible sin renunciar a la salvaje y brutal libertad y constituir un Estado de Derecho nacional de ciudadanos -de mayoría de edad-, una sociedad de territorios libres con departamentos federales en nuestra república.
Kant, su concepción es de hombres libres, los ciudadanos deben tener el derecho de participación política construyendo una organización federal en nuestra república democrática. El federalismo asegura la libertad, es necesario estudiar a Kant.