No vamos a repetir la misma historia: destrozar el medio ambiente a través de acciones irracionales para llamar la atención de la comunidad internacional con el propósito de hacer propaganda de ideales en los que nadie cree es un asunto de primer orden por estos días en los que las llamadas disidencias de las Farc hacen ataques para generar pánico y boicotear la realización de la COP16, Conferencia sobre la Diversidad Biológica de las Naciones Unidas, que en su versión anterior (Montreal, 2015), reunió 196 países.
Este evento, de talla mundial, que se realizará en Cali entre el 21 de octubre y el 1 de noviembre próximo, tiene entre sus objetivos revisar los avances en la implementación del nuevo Marco Global de Biodiversidad Kunming-Montreal que busca revertir la pérdida de biodiversidad hasta el año 2030, de allí su importancia por la crisis planetaria que plantea el cambio climático.
Debemos alzar la voz, debemos gritar con todas las fuerzas para defender la naturaleza y respaldar la realización de la COP16 por la magnitud de esta iniciativa en la que tendremos la oportunidad como región Caribe y como país de expresarnos y hacer parte de las negociaciones que, en materia de cuidado del planeta, tendremos esos días y con impacto en los años venideros.
¡Saquemos la naturaleza del conflicto armado! Esa fue la campaña que promovimos cuando fui ministro de Medio Ambiente en los años 1997 y 1998 por los continuos ataques del ELN al oleoducto Caño Limón-Coveñas que ocasionaron desastres ecológicos incalculables en el Catatumbo.
Esto permitió que entabláramos conversaciones de paz con empresarios en el convento Puerta del Cielo, en Mainz, Alemania. Estos encuentros fueron respaldados por la Iglesia de ese país. Se trataba de convencer a la guerrilla de proteger y cuidar el ambiente como prioridad de la humanidad.
Ese mismo llamado lo hacemos hoy, 26 años después, ahora como embajador de la COP16 y representante de la región Caribe porque no podemos insistir en esas prácticas anacrónicas.
No es justo que futuras generaciones se sigan levantando en medio del horror y reciban un ecosistema maltratado. En el planeta, cada día, la población crece en 260.000 personas, se extinguen más de 100 especies de plantas y animales, entran 90.000 vehículos en circulación, arrojamos más de 60 millones de toneladas métricas de dióxido de carbono a la atmósfera que acaban con 42.000 hectáreas de selva tropical. En Colombia, además, seguimos con este tipo de acciones irresponsables que nos muestran ante el mundo como una Nación premoderna y barbárica.
Aún no somos conscientes de la trascendencia de lo que se discutirá en Cali. Nuestro país es fundamental para los fines ambientalistas del planeta por ser el segundo más biodiverso del mundo, lo viví cuando firmamos el Protocolo de Kyoto en diciembre de 1997, donde nuestra riqueza natural fue ponderada.
Hoy, la bandeja de la COP16 está servida, los países tendremos la oportunidad de revisar las Estrategias Nacionales y Planes de Acción en Biodiversidad con proyección a 2030. Estos convenios buscan, de manera general, conservar el 30 % de la tierra y el 30 % de los océanos, reducir pesticidas, avanzar en agricultura sostenible y dar mayor participación a los pueblos originarios y a las comunidades locales en todos esos procesos.
¡Volvamos a sacar a la naturaleza y a nuestra gente del conflicto!, ¡ basta ya!