Legitimar el cese al fuego bilateral, el camino
Superar la tragedia de un conflicto armado no internacional de tan larga duración, tan irracional, degradado y con masivas violaciones a las normas del Derecho Internacional de los Derechos Humanos y del Derecho Internacional Humanitario no es tarea fácil, pero hay que meterle el pecho porque la tragedia de la guerra no da espera.
Por el contrario, la prolongación del conflicto armado no internacional no ha debido ocurrir porque no hay peor asunto que la destrucción de los enemigos en la guerra porque, contrario a lo que sostienen las partes combatientes, la destrucción de los enemigos no es el fin de la guerra, es el inicio de odios perpetuos.
En Colombia ha ocurrido lo peor: Hermanos de una nación se han declarado enemigos entre sí y se han identificado como objetivos de la guerra. Gravísimo, porque todo esto destruye y arruina al Estado, deja heridas muy difíciles de cerrar, siembra odios y legitima la muerte.
Sun Tzu le señaló a la humanidad el objetivo del conflicto. En El arte de la guerra, dijo: “La victoria es el principal objetivo de la guerra”. Categórico, el propósito de la guerra no es la destrucción del enemigo sino la victoria. Esta es una herencia que hemos olvidado y hay que recobrarla.
Agregó: “Si la victoria tarda en llegar, las armas pierden su filo y la moral decae”. En Colombia se confirma la sentencia de Sun Tzu. La irracional prolongación del conflicto armado no internacional ha incidido negativamente en las partes combatientes. Se han ignorado las leyes de la guerra, la inhumanidad se hizo presente y esta conducta debe cesar.
Un alto en el camino se requiere con urgencia. Los argumentos que militan a favor de prolongar el degradado conflicto armado están en contra de la sabiduría que gobierna el arte de la guerra. Se apoyan en falacias y no en la realidad humana de acabar con la guerra misma para frenar la tragedia que esta entraña.
En el mismo El arte de la guerra, Sun Tzu expone otra máxima de la sabiduría: “Por lo general, la mejor política en la guerra es tomar intacto un Estado; arruinarlo es inferior política”. Los hechos hablan por sí solos. La prolongación de la guerra ha traído nuestra ruina. Los pobres de las regiones periféricas son las víctimas, no los recuerda La Guajira y el Chocó.
En este momento no se puede dudar. Lo primero es que las partes combatientes cesen el fuego. Esto trae a nuestra mente las angustiadas palabras de Alfonso Reyes Echandía que no fueron escuchadas y que eran la respuesta a los que clamaban por soluciones violentas y trajo como derivación la tragedia del Palacio de Justicia con su retoma sangrienta.
Escuchemos la voz de los justos. Como lo fue Reyes Echandía. Escuchemos su voz ahora. Cese al fuego. No más guerra fraticida. Ya no importa la victoria, la guerra la hemos perdido todos, sin excepción. La justicia, las reparaciones, los órganos estatales y las reglas de juego son importantes sin dudas, pero lo primero que tenemos que hacer es que cese el fuego. Si no cesa el fuego de nada sirven la justicia, las reparaciones, los órganos estatales y las instituciones.
Este es el tema de alta política que debe ser sometido a deliberación. No es solo el cese que no requiere deliberación porque sus razones nacen de la naturaleza de las cosas, como enseñaban los sabios latinos. ¿Cómo verificamos el cese el fuego?, ¿cómo esta verificación nos aproxima a terminar con la tragedia de la guerra? Apoyemos el cese bilateral al fuego. Recordemos las últimas palabras de Reyes Echandía.