Analistas 28/05/2020

Por los nuevos tiempos

Eduardo Verano de la Rosa
Gobernador del Atlántico

La nueva normalidad es el tema de conversación más recurrente en el mundo. Es la realidad construida en estos tres meses de cuarentena que deja estadios sin público, relaciones humanas sin muestras de afecto, trabajo en casa y recluidos los fines de semana. Es un alto en el camino de los vínculos sentimentales y familiares y la necesidad de reflexionar sobre cómo mejorar el sistema de salud, la economía y el Estado.

Valoramos la real importancia del dinero que no todo lo puede comprar. A través de una introspección cada uno proyecta cómo será su vida. Viene una etapa nueva de la historia humana y la gente no volverá a lo de siempre. Los procesos educativos, los negocios y las relaciones interpersonales serán rediseñadas.

En materia económica se ha sufrido los rigores de cierre de mercados. Nuestras importaciones de maquinarias han bajado 16%, lo que quiere decir que no modernizaremos nuestro aparato productivo, no alcanzaremos los objetivos y metas empresariales que habíamos planificado. Habrá que recortar lo que se produce. El desempleo en EE.UU. llegará a un histórico de 20 % y el decrecimiento de la economía será el más alto en la historia de América Latina, se prevé -12%.

La virtualidad permitirá que la gente tenga acceso a universidades distantes y de renombre, lo que cambiará la educación superior. Las familias se van a fortalecer por el sentimiento de supervivencia y superación que brota de lo más íntimo de las personas. Nos hemos concientizado de lo valioso que tenemos en casa al compartir una energía especial que vamos a catapultar con mayor inteligencia emocional, con la mente ordenada y produciendo más.

Este cambio mental será en todas las edades. Los jóvenes cuestionan y atacan la vieja manera de hacer las cosas lo que impulsará más cambios. Nos dimos cuenta de lo mucho que podemos soportar en el encierro y utilizar el tiempo en cuestiones cada vez más profundas para nuestra espiritualidad.
No poder visitar a nuestros padres, hermanos y amigos ha hecho que los valoremos en su justa dimensión. Nos dimos cuenta lo fundamental que es la amistad para la vida.

Hemos encontrado una nueva manera de reunirnos a través de metódicas citas virtuales que han permitido vernos con gente que apreciamos y que por circunstancias de la vida nos habíamos distanciado. Hallamos caminos para expresarnos sin importar lo lejos que estén.

Hoy nos burlamos de la anterior dependencia a lo superfluo, sabemos que podemos vivir con pocas cosas: ropa, maquillajes, vanidades. También aprenderemos a aprovechar el tiempo con lecturas que nos permitan mayor conocimiento. Esto nos marcará y nos dará otra visión del mundo.

El encierro nos ha ayudado a reflexionar sobre nuestros sueños y reconocer los proyectos de vida con mayor claridad, a construirlos con esmero, por etapas, no renunciando a ellos ante la dificultad y más bien derrotar al miedo de no poder concretarlos. Entendemos mejor el desafío de trabajar y cooperar todos juntos, jóvenes y mayores.

Hay que ser capaces de hacer lo básico y lo correcto y poner en su verdadera dimensión las ansias de poder, dinero, fama y dar un mayor valor a los momentos simples. ¿Qué tal hoy una mojarra en la playa?
El mayor desafío después de tres meses de recogimiento es que nuestras almas salgan más preparadas y fortalecidas.

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