Se cumplen 10 años de la unánime declaración de la Región Caribe de exigirle al Gobierno nacional que abra el camino a las transformaciones institucionales para que el centralismo político deje nacer la descentralización que requiere una sociedad política libre y democrática, como debe ser la nuestra.
El 14 de marzo de 2010, la ciudadanía de la Región Caribe dijo basta ya de exclusión política y reclamó libertad para el autogobierno de los asuntos regionales. Se lo dijo al Gobierno central, pero se le ha ignorado. Hoy no estamos solos en el reclamo de la autonomía regional, otros territorios le dicen al centralismo que ya ha sido suficiente.
Desde 1886, en nombre de la unidad política y bajo una promesa de paz nacional, los territorios fueron privados del derecho a la libertad política, se liquidaron los Estados federales y los transformaron en departamentos. Con esto, les arrebataron los recursos a las regiones y se realizó una expropiación inconstitucional. Fue un acto de piratería que no garantizó paz ni libertad política ni democracia.
La Región Caribe, en forma pacífica y unánime, mediante voto universal, libre y secreto, manifestó su aspiración de seres humanos libres, con instituciones que decidan asuntos políticos regionales y no por autoridades de una élite centralista.
El centralismo sigue violando este derecho humano. La Región Caribe no renuncia a él.
Hoy, la ciudadanía del Caribe recuerda al genio del drama griego, Eurípides, en su obra “Las fenicias” y la conversación entre Yocasta y su hijo Polinices. En este diálogo, previo a la guerra de Tebas, la madre le pregunta a su hijo: ¿qué es estar privado de la patria? ¿cuál es el rasgo esencial? ¿qué es lo más duro de soportar para los desterrados? Polinices responde que un hecho es aún más duro: el desterrado no tiene libertad de palabra.
Nos tratan como apátridas y desterrados porque se nos han privado de la libertad de palabra para el autogobierno de asuntos regionales, de la posibilidad de estatuir leyes propias, exclusivas y excluyentes. Se nos gobierna con normas expedidas por un Parlamento nacional que carece de legitimidad para legislar sobre asuntos regionales. Se nos priva del derecho a tener un Congreso y autoridades regionales independientes.
Nos faltan el respeto al tratarnos como menores de edad que requerimos tutores, de seres que se consideran superiores a la ciudadanía de las regiones periféricas. Una élite del centralismo estima que tiene el derecho a gobernarnos y que carecemos del derecho al autogobierno.
El centralismo y la centralización política esconden el racismo en un antifaz de unidad nacional, que solo se alcanzará mediante la igualdad en la libertad política, por eso la igualdad en la autonomía regional se reclama.
Nos más centralización. El Gobierno Nacional le debe a las regiones un proceso de transformación política conducente a la descentralización en el país. La autonomía regional es clave para construir una república fuerte y en paz. Mucho territorio para el Estado.
Construir un Estado fuerte, centralizando la Nación, no es posible. La autonomía regional mediante la regionalización será la que garantice Estado para todo el territorio. Esto lo enseña el Voto Caribe. ¡Gloria al Caribe y a todas nuestras regiones por clamar su autonomía!