Hablemos de avanzar ya hacia la jornada de trabajo de 40 horas semanales
Desde el martes 16 de julio rige la segunda reducción de una hora en la jornada laboral para los trabajadores del sector privado del país. Llegamos, al fin, a una jornada semanal de 46 horas semanales. Esto no significa que sea la cantidad máxima autorizada de horas que pueden trabajar los colombianos y colombianas, sino, que, a partir de ese límite, el trabajo se remunera como “hora extra” o “trabajo suplementario”.
El balance del primer año de aplicación, cuando la jornada máxima se redujo de 48 a 47 horas semanales, ha sido agridulce. En general, los empresarios han cumplido la ley 2101 de 2021, sin embargo, hay empresas que se han resistido a aplicarla. Inventan creativamente razones, causas y pretextos para eludir el cumplimiento de esta tímida ley que es de orden público y de obligatorio cumplimiento. Se aprovechan de que los trabajadores no reclaman, de la inexistencia de un sindicato o de la debilidad del mismo para burlar la ley.
Recibimos a diario quejas por incumplimiento de la reducción de jornada. Pero como lo hemos hecho desde septiembre de 2022, nuestra principal respuesta ha sido buscar acuerdos para aplicarla a través del diálogo social, para que las empresas, los sindicatos o donde no hay sindicatos, los trabajadores y trabajadoras, sean consultados sobre la forma más eficaz para aplicar la norma. También señalamos con precisión que la empresa que objetiva y caprichosamente incumpla la ley puede ser sancionada hasta con 5.000 salarios mínimos y sobre ellas, tenemos distintas investigaciones.
En 2023, quizá muchos empleadores se atrevieron a eludir la reducción de una hora, pero hoy ya deben reducir dos y el próximo año serán dos más para llegar a 44 y así se les va dificultando buscar atajos y no tendrán otra salida que reorganizar la forma de trabajar, cosa que han debido planear desde 2021 cuando la ley entró en vigencia que dio plazo de dos años para que los actores se prepararan. Ha sido muy positivo que algunas empresas redujeran la jornada a 42 horas inmediatamente con impactos positivos en la productividad.
En consecuencia con lo que pensamos, en este gobierno expedimos la Resolución 3031 de 2023 que obliga a las empresas a actualizar sus autorizaciones para trabajar horas extras y la Circular 069 de 2023 en la que orientamos a los funcionarios del Ministerio de Trabajo que al estudiar solicitudes de autorización para trabajo suplementario en las empresas se tuvieran en cuenta las consideraciones de los trabajadores, organizados o no.
Quizá muchos empleadores se atrevieron a eludir la reducción de una hora
Algunos sindicatos han incluido en la negociación colectiva el tema de la jornada laboral. Algunos han acordado cómo acelerar la gradualidad de la norma, para que se cumpla el espíritu de la ley que es el de mejorar el balance entre la vida familiar y la vida laboral. Otros se han atrevido a pedir y negociar jornadas de 40 horas semanales.
Que esta sea la oportunidad para reflexionar sobre la evolución de la jornada de trabajo en nuestro país. Desde 1935 existe el convenio 047 de la Organización Internacional del Trabajo que orienta a los estados parte a avanzar hacia jornadas de 40 horas semanales. El principal asunto de debate sobre el mundo del trabajo en España es el proceso de diálogo con los actores sociales sobre la posibilidad de reducir la jornada, ojalá por acuerdo, a 38 horas de trabajo a la semana.
Así que Colombia es la última en la fila. No solo tenemos una de las jornadas de trabajo más larga de los países de Ocde, sino que somos de los que más trabajan, con el agravante de que a cerca de 90% de las personas que laboran horas extras, no se las pagan.
Lo interesante del debate español es que los empresarios quieren que se deje el asunto a la negociación colectiva donde ha habido buenos acuerdos sobre la materia. Mientras tanto en Colombia, el Congreso y los empresarios se oponen a la reglamentación de la negociación colectiva sectorial que puede ser un mecanismo para discutir y acordar el tema.
El debate y la aplicación de la ley 2101 tiene sus paradojas. El entonces senador Álvaro Uribe Vélez que presentó el proyecto al Congreso, cuando era presidente de la República dijo con su tonito paisa que a los colombianos “los estaba matando la pereza” y por eso logró que el Congreso de ese entonces redujera el valor de recargos nocturnos y dominicales que este gobierno quiere devolverles a los trabajadores y trabajadoras en la reforma laboral.
20 años después, al defender la reducción de la jornada de trabajo, incluso en contra de los gremios empresariales, dijo que su iniciativa: “da al trabajador más tiempo para la familia, la educación y el deporte. Además, promueve el entendimiento entre empleadores y trabajadores para mejorar productividad”. Sin embargo, por detrás, la misma ley, de forma regresiva, elimina el día de la familia y las horas destinadas a la recreación, capacitación, cultura y el deporte que había incluido la ley 50 de 1990.
Que quede claro, la ley 2101 de 2021, es un avance muy tímido en la máxima y más antigua reivindicación del movimiento obrero mundial: la reducción de la jornada de trabajo sin reducción de salarios. Hay que ir por más.