Analistas

Inmigrantes, escudos humanos de la derecha (1ª Parte)

Edwin Palma Egea

Hoy la inmigración es el tema más usado por la derecha y la extrema derecha en sus campañas electorales y de desinformación que buscan especialmente atizar el miedo y el odio a lo extraño, al distinto, al afro o el musulmán. Pero en realidad estas personas víctimas de la guerra o de la pobreza en sus países, les sirven de escudo para esconder los efectos sociales del neoliberalismo o sus muchas corrupciones. Y este año en el que media población mundial fue a elecciones, estos ultras aumentaron de manera exponencial la propaganda antiinmigrante llena de xenofobia, racismo, misoginia o homofobia y siempre mentiras.

El domingo 1 de septiembre, justo a 85 años del inicio de la invasión de Polonia por el ejército alemán que desató la Segunda Guerra Mundial, el partido ultraderechista Alternativa para Alemania - AFD, ganó las elecciones regionales en los estados de Turingia y Sajonia en el este de ese país, territorios que entre 1949 y 1990 fueron parte de la República Democrática Alemana - RDA. Esos territorios son la mayor fuente de votos de AFD que basa su campaña en el odio y en el terror a los inmigrantes especialmente de origen musulmán o africano.

AFD explota el resentimiento de las personas que perdieron con la reunificación y como en los otros países, AFD no para de crecer en los sectores en donde la globalización neoliberal y la erosión de los estados de bienestar ha dejado millones de personas en la pobreza, con pensiones mínimas y en la precariedad sistemática, mientras ven llegar a otros cientos de miles que huyen de la pobreza del sur y legal o ilegalmente intentan entrar en la Unión Europea. Esta es una guerra en la que de nuevo los pobres se enfrentan con otros pobres.

A este lado del atlántico, en EE.UU., millones de habitantes del llamado “Cinturón del Óxido” que perdieron sus empleos y quedaron en la pobreza con el cierre de la industria minera, la deslocalización industrial, la caída de los ingresos o la represión contra el sindicalismo en las décadas neoliberales apoyan a la extrema derecha que copó al Partido Republicano con un discurso concentrado particularmente en el terror a las personas inmigrantes. Trump y sus seguidores recorren el país ocultando detrás de la “amenaza inmigrante”, el exceso de armas en circulación, las milicias armadas, la epidemia de fentanilo o el insostenible presupuesto militar de US$886.000 millones este año.

En pocos días, el martes 5 de noviembre, serán las elecciones presidenciales, en este momento no hay un ganador claro. Por eso, Donald Trump no para de mentir: que los inmigrantes haitianos que viven en Springfield (Ohio) se roban las mascotas de los residentes y las devoran o que la pequeña ciudad de Aurora en Colorado está tomada por el Tren de Aragua. Ambas cosas totalmente falsas, desmentidas por sus alcaldes, también republicanos y por cientos de periodistas que se fueron allí tras la viralización de estas mentiras. Más grave todavía es que el rastreo del origen y la viralización de fakenews han conducido al hijo mayor de Trump y son amplificadas con los retuits del mismísimo dueño de X, sí, el rey midas de los autos eléctricos, el explorador espacial, el fabricante de Optimus (el robot que lo hace todo) es la mano detrás de los algoritmos que hacen que 35 millones de personas hayan visto en sus muros esa falsa propaganda.

El candidato de ultraderecha ahora amenaza con expulsar de Estados Unidos a todos los inmigrantes indocumentados, sobre todo hispanos. Se calcula que al menos podrían ser hasta 11 millones de personas en una operación a cargo del ejército de los Estados Unidos. Claro, nadie lo cree posible, es solo una mentira, más grande que todas las otras, pero en parte, cumpliría. Eso afectaría a los inmigrantes colombianos y a sus familias aquí que recibirán en 2024 cerca de US$12.000 millones en remesas, por ejemplo. Marco Rubio, senador ultra por el Estado de Florida volverá a dirigir en la sombra las relaciones con América Latina, oponiéndose a la paz, la sustitución de cultivos o las relaciones con Venezuela y llamando terrorista a Petro. Lo triste es que parte de la élite colombiana sueña con ver a Trump en la Casa Blanca cueste lo que cueste aquí.

Inglaterra, Suecia, Finlandia, Holanda, Hungría, Italia, España, Austria, Portugal o Francia sufren por el auge de estos partidos de extrema con discursos y tácticas muy parecidas, presencia masiva en redes digitales, la distribución de noticias falsas y la generación cotidiana de pánico. Lo grave en todos estos casos es que la derecha liberal ha recogido la agenda ultraderechista y neofascista y ha asumido las viejas teorías de la “seguridad Nacional” y la del “enemigo interno” que pasa por propuestas de expulsiones en masa hasta la creación, otra vez, de campos de concentración.

En Inglaterra los desastres de la derecha han empobrecido el país. El Brexit fue un desastre económico y social, mientras la ortodoxia fiscal ha gobernado con las únicas políticas que acepta: reducir impuestos, privatizar servicios públicos, recortar los presupuestos y restringir al máximo la inmigración. Por eso los recientes resultados electorales. Y, como veremos en la segunda parte de esta opinión, Margaret Thatcher, primera ministra del Reino Unido desde 1979 a 1989, tiene mucho que ver en el nacimiento de este desastre.

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Migrantes - Xenofobia - Globalización - Campañas electorales