¿Desaceleración necesaria?
Slow Down: The Degrowth Manifesto (Desaceleración: El manifiesto del decrecimiento) es el título del libro del joven filósofo japonés Kohei Saito, que hace una aguda crítica al capitalismo por su impacto en el medio ambiente. Para Saito, el crecimiento económico perpetuo es incompatible con la sostenibilidad ambiental y entiende que la única forma de revertir el cambio climático es a través de la reducción del consumo y la producción.
De ahí que proponga cambiar la constante de consumo y producción masivos. Así, para disminuir el impacto ambiental, es necesario reducir la producción y el consumo de bienes no esenciales. Esto significa un cambio de paradigma, dando prioridad a las actividades que son esenciales para la vida humana y el bienestar sobre las ganancias corporativas.
Prioridad que implica, en términos de trabajo, solo el esencial, lo que se traduce en reducir las horas laborales y, por ende, la disminución de la emisión de gases de efecto invernadero. Descarbonización a través de la reducción de la jornada laboral.
Pero va más allá de la reducción de jornadas laborales que, de alguna manera, se viene dando en Europa. Propone reducir el crecimiento económico. No desconoce que el riesgo de no crecer puede traducirse en recesión y mayor desempleo; no obstante, plantea un decrecimiento que disminuya la economía, principalmente a través de abandonar el PIB como la única medida de progreso o prosperidad. Señala, por ejemplo, que el PIB puede crecer con las guerras o privatizando los sistemas de salud.
Se trata de distinguir qué es esencial para la gente y qué no es esencial. Parte de su convicción de que podemos estar mucho mejor con un PIB más pequeño y por ello nos recuerda que en los Estados Unidos y en Europa mucha gente murió durante el covid, pese a ser países ricos con un PIB muy significativo. Es decir, los países más ricos del mundo desperdiciaron sus PIB y este no salvó vidas.
Hoy se tiene miedo de caer en una recesión porque todo el sistema está diseñado en torno al crecimiento constante, pero debemos cambiar eso. Se imagina formas alternativas de pagar intereses, las ganancias financieras, los arriendos, etc. y transformar gradualmente el sistema. Advierte que el decrecimiento no es algo necesario para los países de la periferia, porque están claramente subdesarrollados. Su propuesta de decrecimiento está orientada a enfrentar los problemas del norte global, donde sobreconsumen, sobreproducen, destruyendo el planeta.
Adicionalmente, en un mundo en que lo que no sea propiedad privada se sataniza, se arriesga y aboga por un sistema de propiedad social en lugar de la propiedad privada, con miras a permitir una distribución más equitativa de los recursos y una mayor atención a las necesidades de la sociedad y el medio ambiente. Esgrime como ventajas de la propiedad social, que reduce la concentración de riqueza y poder; segundo, que brindaría una real protección al medio ambiente, toda vez que la priorización del bien común impulsa la conservación y el uso sostenible de los recursos; y, por último, que la propiedad social implica mayor participación ciudadana y gestión democrática.
Sin pensar en la eficiencia de la propiedad privada ¿podemos centrarnos más en la sostenibilidad, en el bienestar, en la igualdad y no considerar la guerra o la privatización como progreso?