Analistas 24/07/2025

¿Equilibrismo geopolítico?

Eric Tremolada
Dr. En Derecho Internacional y relaciones Int.

En los últimos días, el beligerante Israel -argumentando preocupaciones humanitarias- abre un nuevo frente en Siria para proteger a los drusos. No obstante, parece que pesan más las consideraciones estratégicas de seguridad.

Declararon explícitamente que los bombardeos aéreos contra Siria, lanzados hace una semana, tienen como objetivo proteger a la minoría drusa, que se encuentra en conflicto con otros grupos armados sirios. Netanyahu había advertido desde principios de año que no toleraría “ninguna amenaza contra esta comunidad” y justificaron la intervención como respuesta a los “cruentos enfrentamientos” entre milicias drusas y combatientes beduinos sunitas en el sur de Siria, en la zona de Sweida, que dejaron alrededor de 300 muertos.

Israel sabe que la permisividad de Estados Unidos no será para siempre y quiere privilegiar sus intereses de seguridad estratégica, y la Siria post-Bashar al Assad no será la excepción. De ahí que desde su caída ha lanzado oleadas de ataques aéreos con la clara intención de “evitar cualquier militarización rápida que pudiera amenazar la seguridad israelí, especialmente cerca de su frontera norte”. Considera una “línea roja” la presencia de lo que percibe como “fuerzas alineadas con el islamismo” cerca de las comunidades drusas y la zona de amortiguación en la frontera. Esta preocupación se fundamenta en que el nuevo gobierno sirio está compuesto en su mayoría por miembros de Hay’at Tahrir al Sham, HTS, el mismo grupo que en el pasado atacó Sweida bajo el nombre de Jabhat al Nusra. De ahí, que busquen moldear el orden emergente de Siria antes de que este se consolide de una manera perjudicial para su seguridad.

Los drusos son una comunidad étnica y religiosa de habla árabe con prácticas y creencias propias, cuya fe se originó como una rama del islam chiita. Se autodenominan “el pueblo de la unidad”, y su fe se basa en la idea de que Dios es incognoscible, indescriptible y absoluto. Es una comunidad cerrada, sin conversiones, quienes la abandonan no pueden regresar y sin matrimonio con personas ajenas a la comunidad. Sus textos sagrados son de acceso restringido, y solo un pequeño número puede participar en rituales religiosos. Cultural, lingüística y étnicamente, se les considera árabes, pero ellos se identifican primero como drusos.

Se estima que hay alrededor de 1,5 millones de drusos en todo el mundo. Casi la mitad de esta población, aproximadamente 700.000 personas, vive en Siria, siendo su principal bastión la provincia de Sweida, una zona conocida históricamente como Jabal al Druze (la montaña de los drusos). En Líbano se estima que son unas 300.000, en Israel unos 150.000 incluyendo los que están en los Altos del Golán y en Jordania unas 30.000.

Existe una conexión profunda de los drusos con Venezuela. Hikmat al Hijri, su influyente líder espiritual, nació en este país, mientras su padre trabajaba allí y regresó a Siria de adolescente, estudió derecho en Damasco, volvió a Venezuela para trabajar en 1993, y se estableció definitivamente en Sweida en 1998. Desde finales del siglo XIX hasta bien entrado el XX, miles de drusos emigraron a Venezuela, atraídos por su bonanza económica y su receptividad hacia diferentes religiones. Antes de la emigración venezolana se estimaba en más de 300.000 los drusos o descendientes que vivían en Venezuela.

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