Analistas 21/11/2024

Horizonte sombrío

Eric Tremolada
Dr. En Derecho Internacional y relaciones Int.

En septiembre del 2020 y en abril de 2021 hacíamos referencia a la forma como los políticos y los partidos sin ideas, sucumben a instrumentalizar a los populistas para obtener el poder y lograr sus objetivos. Esta práctica, que en lo que va del siglo se viene convirtiendo en una constante, tiene su mejor expresión con Donald Trump un líder “inmoral y peligroso” que vuelve a otorgarle al Partido Republicano (Grand Old Party - GOP) todos los poderes de la Unión Americana.

El establishment, ese conjunto de personas, instituciones y entidades influyentes en la sociedad, en un mundo cada vez más desigual, sin tener como justificar el orden establecido, instrumentaliza o se deja instrumentalizar con la intención de despolitizar el conflicto social mediante la sanción moral. Todos traicionan al “pueblo” que el populista encarna como la única fuente legítima de autoridad moral y política.

Pero lo más grave no es la constante, lo preocupante es que la gente del común de los EE. UU. y otras latitudes apropia las mentiras, apoya o justifica la insurrección, cree y defiende las locuras conspirativas. En palabras del profesor de ética y política pública de Harvard, Christopher Robichaud, es un problema cultural, la gente no se quedó al margen y “ha abandonado por completo una política de decencia y respeto y ha abrazado en su lugar una política de resentimiento, venganza, falsa nostalgia e intimidación”.

Lo anterior, explica el arrasador resultado, que no solo se funda en los blancos, o en la clase trabajadora, o en la educación, fue multiclase, multigénero, multieducación y multirracial, esto es ganar todo el espectro del voto popular.

Para Robichaud, una cultura que ha descendido a este nivel de degradación no se arregla fácilmente, de hecho, incluso está tentado a creer que no se arregle nunca. Y si tiene arreglo, se necesitarán décadas. Los populistas instrumentalizan y alimentan -con el aval de los partidos- la rabia, las mentiras y la venganza. Eso es lo que quiso la mayoría de estadounidenses y lo que quieren una mayoría de ciudadanos del mundo.

Después de este resultado, muchos -y de todos los espectros políticos- no solo imitarán la capacidad de Trump para dividir un país y explotar las diferencias, sino que no se contendrán en polarizar con sanción moral y política, para ello se profundizará en la manipulación de la información (desinformando), y en la propaganda sin contenido se seguirá apostando por la lealtad de los votantes con el populista y se explotarán al máximo los defectos del sistema político y el miedo a la inmigración.

El citado profesor de Harvard concluye con dos sentencias que compartimos, primera, que “el primer cuarto del siglo XXI será visto en retrospectiva como la etapa de siembra para el espectáculo de mierda absoluta que está a punto de desarrollarse a nivel mundial durante las próximas dos décadas y media”, y segunda, que no se necesita especular sobre lo que ocurre “cuando los países se hunden en la mentira, abrazan el resentimiento y saborean la intimidación”.

Sin que existieran las redes para exacerbar, la rivalidad entre las potencias europeas, el nacionalismo, la propaganda y desinformación, se tradujo en dos guerras mundiales, y el odio hacia las minorías fue el justificante de una multiplicidad de acciones agresivas. Apostemos por aprender algo de la historia.

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