Analistas 26/10/2023

Mito de la invencibilidad

Eric Tremolada
Dr. En Derecho Internacional y relaciones Int.

Hace cinco décadas Egipto y Siria lideraron las fuerzas de 12 estados árabes en contra de Israel desatando la Guerra de Yom Kipur. Se trataba -entre otras razones- de la revancha de la denominada Guerra de los Seis Días, que fue lo que le bastó a Israel para repeler la invasión que emprendieron Egipto, Siria, Jordania y Líbano en 1967. Israel -por razones estratégicas- se apoderó de la península del Sinaí, el banco oriental del río Jordán y los altos del Golán.

La revancha, que se desató del 6 al 25 de octubre de 1973, se planeó realizar durante la fiesta en la que los judíos se dedican al ayuno, oración y descanso (Yom Kipur), y que ese año coincidió con la celebración musulmana del Ramadán. La ofensiva que lideraron los mandatarios de Egipto y Siria fue capaz de derribar el mito de la invencibilidad de los israelíes y aunque los agresores fueron derrotados, el saldo de la victoria sumó 2656 soldados muertos, un millar de capturados y 15,000 heridos. Fue una retaliación predecible, el orgullo árabe había quedado en entredicho, no solo por la derrota, sino porque Israel acrecentó su territorio, tomando el Sinaí y la Franja de Gaza de Egipto, los Altos del Golán de Siria; y Jerusalén este y Cisjordania de Jordania.

Con la Guerra del Yom Kipur, Israel -por primera vez- sintió que su existencia estuvo en juego, y entendió que su seguridad no dependía del control del territorio, tanto que la opinión pública empezó a respaldar la idea de cambiar territorios por paz. Esta fue la génesis de varios de los acuerdos posteriores, pero en particular del que consideramos más efectivo y duradero y que se empezó a madurar en Camp David. Se trata del Acuerdo de Paz que se firmó en 1979 con Egipto, donde este país logra recuperar la soberanía plena del Sinaí a cambio de ser la primera nación árabe en reconocer a Israel como una Estado legítimo y soberano. Más de cuatro décadas de paz duradera no son nada despreciables si consideramos que en un cuarto de siglo se habían enfrentado en cuatro oportunidades ¿no es acaso un logro y una lección para los tiempos que corren?

Otras señales positivas y derivadas de la toma de conciencia de que el control territorial no garantiza la paz, vendrían con el acuerdo de paz entre Israel y Jordania, que en 1994 normalizó sus relaciones y resolvió sus disputas territoriales -iniciadas en 1948 y agravadas con la Guerra de 1967-, y con los dos acuerdos de Oslo entre Israel y la OLP, el primero de 1993 que abría la puerta a la creación de una Autoridad Palestina provisional en Gaza y Jericó, y el segundo, que constituía la Autoridad Palestina y le otorgaba el gobierno de Gaza y de parte del territorio de Cisjordania. Por cierto, este último es el fundamento jurídico internacional que sostiene a la Autoridad Palestina.

Nada justifica las recientes atrocidades cometidas por Hamás, que nunca ha considerado ninguna posibilidad de paz con Israel y ha hecho todo lo posible por sabotear los acuerdos de Oslo, no obstante, y aunque Yuval Noah Harari no considera que los recientes acontecimientos son comparables con la guerra del Yom Kipur, coincidimos con él en que Israel está pagando el precio de años de desmesura en la que sus gobiernos y muchos ciudadanos se sintieron más fuertes que los palestinos, dándose el lujo de ignorar a millones que se mantienen bajo ocupación.

TEMAS


Egipto - Siria - Israel - Líbano