La paz es producto de saberes y prácticas sociales que fundamentan la convivencia pacífica, la democracia y la construcción de ciudadanía. No obstante, en Colombia no entendemos aún la necesidad de hacer una construcción social del proceso pacificador, por eso, tanto los que creen en esta y no siguen su implementación, como los que se oponen a la misma, dan por sentado que la paz es el fruto de un acuerdo que viene desde arriba.
Lo negociado en La Habana, que en virtud de los estándares internacionales puso en el centro a las víctimas y que se viene desnaturalizando después del plebiscito y con la implementación, no consolidará la paz. El Acuerdo genera una esperanza para garantizar la seguridad de las comunidades porque supone un desarme de los grupos armados que han hecho presencia en las distintas regiones: la paz es un proceso que se construye día tras día y “desde abajo”. Con una metodología participativa -in situ-, de abajo hacia arriba, un grupo de investigadores del Externado de Colombia, constatamos que el programa Nuevos Territorios de Paz, fruto de la cooperación de la Unión Europea, canalizada por Prosperidad Social, apoyó el proceso social de construcción de saberes y prácticas que propiciaron -en medio de la guerra- la convivencia pacífica en cuatro regiones de Colombia.
Canal del Dique y Zona Costera, Bajo Magdalena, Caquetá y Guaviare, territorios asediados por los actores armados, se convirtieron en “Comunidades Constructoras de Paz”, haciendo prevalecer los principios de convivencia pacífica a costa de su propia seguridad. Asumieron el reto de las convocatorias públicas que subvencionaba la Unión Europea y se organizaron y desarrollaron sus proyectos deslegitimando las racionalidades de la guerra intestina, y se marginaron de los que se amparan bajo las acciones y la presencia de los actores armados.
Estos ejemplos de construcción social del proceso pacificador motivaron a Prosperidad Social y al Externado de Colombia a asociarse con el propósito de difundir y analizar cualitativamente los resultados del programa Nuevos Territorios de Paz, que gracias a la cooperación europea permitió construir paz en medio del conflicto en esas cuatro regiones de Colombia. Experiencias y aprendizajes que no son nuevos y que durante más de 20 años se decantaron en procesos anteriores -también auspiciados por el mismo donante- bajo la denominación de Laboratorios de Paz.
Las comunidades de paz de Canal del Dique y Zona Costera, Bajo Magdalena, Caquetá y Guaviare se adueñaron de su propio destino y, de esta manera, fortalecieron lo que hoy se denomina tejido social o capital humano y, sobre esas bases, construyeron paz desde abajo.
El éxito del posconflicto no solo dependerá de un Estado que haga presencia en las regiones de Colombia, necesitará de un tejido social fortalecido y adueñado de su futuro, que exija una respuesta positiva que se traduzca en seguridad, justicia con prontitud y credibilidad, eficacia en la defensa de los derechos humanos y un modelo de desarrollo equitativo, incluyente y sostenible.
El próximo 28 de abril, en el Externado, en un foro de entrada libre, presentaremos los hallazgos de la investigación sobre estas comunidades de paz que como “islas”, en medio de las racionalidades violentas de nuestro conflicto, se rebelaron contra esas lógicas que podrían volver a involucrarlos en la guerra si no entendemos que la paz va mucho más allá del fin de las hostilidades.