Analistas 25/11/2021

¿Poco y tarde?

Eric Tremolada
Dr. En Derecho Internacional y relaciones Int.

Casi 200 países asistieron a la espereda cumbre COP26, de donde, para los próximos 10 años, resultaría una agenda global contra el cambio climático. Para dimensionar el resultado, debemos tener presente el lenguaje diplomático utilizado en la declaración final, permitiéndonos interpretar su alcance junto con las “señales” y “gestos” de los intervinientes: Primero, se instó a los países desarrollados a duplicar los fondos destinados a los países en desarrollo para ayudarles a adaptarse al cambio climático.

Segundo, se le solicitó a todos actualizar, a más tardar el año entrante, sus metas de reducción de carbono para 2030. Tercero, se hizo un llamado para reducir gradualmente “el uso del carbón como fuente de energía y los subsidios a los combustibles fósiles ineficientes”, y cuarto, se enfatizó en la necesidad de “aumentar significativamente el apoyo” a los países en desarrollo más allá de los US$100.000 millones al año.

Pedir con insistencia, atraer la atención, dar una señal para que se atienda algo y expresar con énfasis no parece un lenguaje muy comprometedor y, de hecho, estos cuatro verbos transitivos, tenían ese propósito. Recordemos la enmienda de última hora introducida por China e India, que condicionó el consenso a una “reducción progresiva” del uso del carbón en lugar de “la eliminación de la energía de carbono no estabilizado y de los subsidios ineficientes a los combustibles fósiles”.

No fue de mucha ayuda añadir un día más a la Conferencia de Glasgow, los 197 países adoptaron un documento final que, en palabras de António Guterres, Secretario General de la ONU, “refleja los intereses, las contradicciones y el estado de la voluntad política en el mundo actual”. En sus reiterados exhortos, el Secretario no duda en recordarnos nuestro deber de “acelerar la acción climática para mantener vivo el objetivo de limitar el aumento de la temperatura global a 1,5 grados”. Nos habla de la necesidad de emprender acciones en “modo de emergencia”, sin embargo, no se puso fin a las subvenciones a los combustibles fósiles, ni se eliminó el carbón, ni queda claro cómo se protegerá a las comunidades vulnerables y cómo se cumplirá el compromiso de 100.000 millones de dólares de financiación para el clima.

Guterres, consiente que estamos en la lucha de nuestras vidas, dirigiéndose a todos aquellos que lideran la acción climática (jóvenes, comunidades indígenas, mujeres líderes) señaló “sé que están decepcionados” el camino del progreso no siempre es una línea recta, hay desvíos y hay zanjas “pero sé que podemos conseguirlo”, y para ello los invitó a que nunca retrocedan ni se rindan “sigan empujando hacia adelante”.

Pero no solo es poco, sino tarde. Los científicos no dudan en señalar que debido a la cantidad de gases de efecto invernadero que ya hay en la atmósfera, las temperaturas en las regiones polares -que alcanza en verano los 32 °C- difícilmente descenderán, las inundaciones e incendios continuarán, y no escaparemos a un seguro aumento del nivel del mar en los próximos siglos.

En nuestra columna del 19 de agosto, dijimos que para revertir esta realidad necesitamos una inmediata reducción de los gases de efecto invernadero tendiente a la cero emisión, empero, la política sigue distante de la ciencia y, así, la salud del planeta, la nuestra y la de la agricultura siguen en cuenta regresiva.

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