Lecciones de 2024: Chips, espionaje y realidades del sector tech
jueves, 5 de diciembre de 2024
Eva Barreneche López
El 2024 ha sido un torbellino de eventos que marcarán profundamente el futuro de Colombia. Desde avances tecnológicos hasta debates globales sobre justicia ambiental, estas son las cinco noticias más relevantes que definieron el panorama nacional y ofrecen lecciones cruciales para 2025.
1. La Ley de Chips: ¿Soberanía tecnológica o ilusión burocrática?
El Proyecto de Ley 047, conocido como la Ley de Chips, se presentó como un paso audaz hacia la independencia tecnológica. En un mercado global donde los semiconductores mueven más de 527 mil millones de dólares al año, esta ley promete insertar a Colombia en la cadena de valor. Sin embargo, la falta de infraestructura y la desconexión entre academia, industria y gobierno hacen que esta promesa sea aún lejana. Para 2025, el reto será transformar estas intenciones en programas concretos que posicionen al país como un nodo clave en diseño y empaquetado de semiconductores.
2. COP16 y la soberanía genética: Un reclamo urgente
La COP16 puso en el centro del debate la apropiación injusta de los recursos genéticos de países biodiversos como Colombia. Mientras las grandes potencias se benefician de esta riqueza, comunidades locales apenas reciben compensación. La propuesta de una nube nacional de datos por parte del gobierno es una señal de resistencia, pero enfrenta barreras de infraestructura tecnológica. Para 2025, se espera que Colombia lidere un marco regulatorio más firme y medidas concretas para proteger su biodiversidad y redistribuir los beneficios derivados de su uso.
3. Reforma laboral y automatización: Más preguntas que respuestas
El polémico artículo 60 de la reforma laboral prometió proteger a los trabajadores frente a la automatización, pero dejó demasiados cabos sueltos. Según Fedesarrollo, 58% de los empleos actuales en Colombia son susceptibles de ser automatizados, lo que plantea un desafío monumental para la reconversión laboral. Sin incentivos fiscales ni un fondo nacional para apoyar esta transición, 2025 podría traer un aumento significativo en el desempleo tecnológico.
4. Pegasus y la seguridad digital: La sombra del espionaje
El escándalo de Pegasus expuso las fallas en la protección de derechos digitales en el país. A pesar de contar con múltiples organismos de ciberseguridad, la falta de coordinación institucional ha permitido que herramientas como esta sean utilizadas sin regulación adecuada. Con más de 20 mil millones de intentos de ataques cibernéticos en 2023, Colombia debe priorizar la creación de una Agencia Nacional de Ciberseguridad funcional y unificada. En 2025, la seguridad digital no puede seguir siendo un lujo; debe convertirse en un pilar fundamental de la gobernanza tecnológica.
5. Interoperabilidad de datos: ¿Un salto tecnológico o promesas vacías?
El gobierno radicó el proyecto de ley sobre el aprovechamiento de la infraestructura de datos, que promete revolucionar el intercambio y uso de información en el Estado. Si bien impulsa conceptos avanzados como la inteligencia artificial y la analítica para la toma de decisiones, la realidad es otra. A cinco años de la implementación del Marco de Interoperabilidad, el progreso sigue siendo mínimo. Las entidades públicas enfrentan problemas estructurales como la falta de personal capacitado, conectividad limitada y un modelo de seguridad digital que no se ha consolidado. Para 2025, la implementación efectiva de este proyecto será crucial para modernizar la gestión pública y cerrar brechas en el uso de datos.
Colombia entra a 2025 con un pie en el futuro y el otro en el mismo hueco de siempre. Por un lado, las iniciativas como la Ley de Chips y la COP16 muestran que tenemos ideas ambiciosas y discursos inspiradores. Por el otro, la implementación es nuestro deporte nacional: jugamos bonito, pero no ganamos la Copa América.
¿Qué esperar? Probablemente, un 2025 lleno de avances, unos muy buenos, otros a medias, noticias impactantes y uno que otro “¿de qué me hablas, viejo?” Institucional. Pero si algo hemos demostrado como país, es que somos tercos. Y a veces, eso es justo lo que necesitamos para sorprender al mundo… y a nosotros mismos.