Realidad “degradada”
jueves, 5 de diciembre de 2024
Federico Hederich
La lista de absurdos del comportamiento humano es extensa y parece sacada de una sátira futurista. Sin embargo, aquí estamos, viviendo en un mundo donde la adicción a los “likes” compite con problemas como la corrupción desbordada o el greenwashing. Y mientras nos reímos (o lloramos) ante estas contradicciones, surge una pregunta inevitable: ¿Cómo podemos corregir el rumbo?
Para abordar este tema con seriedad y un toque de optimismo, debemos aceptar que muchas de estas conductas son resultado de un sistema que fomenta la gratificación inmediata, la desinformación y la desconexión con el impacto de nuestras acciones. Pero, como consultor, te diría que donde hay problemas, también hay oportunidades.
El primer paso es dejar de cerrar los ojos o “normalizar” estas conductas. Evitar la realidad no hará que desaparezca; necesitamos estrategias concretas para enfrentarla. Una posible solución es educar de manera masiva y práctica, no desde un pedestal académico, sino desde un enfoque humano y cercano, desde la experiencia. Por ejemplo, en lugar de criticar a quienes se dejan llevar por las “Fake News”, enseñemos cómo verificar fuentes y fomente la curiosidad por la verdad. Este tipo de habilidades debe ser tan fundamental como aprender a leer. ¿Sabes cómo reconocer un enlace de phishing? ¿Cómo te cuidas de las estafas en los cajeros electrónicos o de los falsos códigos QR en los sistemas de pago?
Además, es fundamental reconocer que los cambios culturales no suceden de la noche a la mañana. Por eso, les propongo la base de un plan de acción sencillo para empezar a mover la aguja, a generar impacto:
1. Conciencia y autocrítica: Antes de señalar a los demás, hagamos un examen personal. ¿Cuántas veces hemos caído en alguno de los absurdos mencionados? Reconocerlo es el primer paso para cambiar.
2. Educación digital y ética: Instituir programas accesibles en colegios, empresas y comunidades para enseñar habilidades de pensamiento crítico, consumo responsable y empatía digital.
3. Construcción de comunidad: Impulsar espacios de diálogo donde las personas puedan reflexionar sobre estos temas sin miedo a ser juzgadas. Las redes sociales, bien usadas, podrían convertirse en grandes aliadas.
4. Iniciativas locales: Desde campañas para promover el uso racional de la tecnología hasta proyectos que premien el consumo sostenible, las acciones pequeñas a menudo tienen un impacto significativo.
¿Cómo le explicamos todo esto a nuestros hijos y nietos? Con el ejemplo. No podemos esperar que ellos crezcan en un mundo mejor si seguimos perpetuando conductas absurdas. Cambiar comienza en casa: si hablamos con ellos sobre la importancia de cuidar el medioambiente, asegurémonos de reciclar. Si criticamos las dietas milagrosas, mostremos con orgullo que comer sano no es un castigo.
Finalmente, recordemos que el progreso no es lineal y que, aunque a veces parezca que estamos “pidiendo un meteorito”, también hemos visto avances maravillosos en estas tres décadas. La clave está en tomar lo bueno, aprender de lo malo y trabajar juntos para crear un mundo que sea, si no perfecto, al menos absurdo.
¿Te unes a este reto?