Medellín recibe la I Cumbre de Economía Naranja, abriéndonos sus puertas para explorar un mundo de posibilidades. No se trata de un evento cualquiera, sino de un detonante de creatividad y compromiso, que pone a Colombia en el centro de un debate de importancia global. Aquí siete lecciones que nos deja la Cumbre:
1. La Cumbre de Economía Naranja es un proceso de transformación. 300 líderes del país, de los 32 departamentos y del Distrito Capital, entre los que se encuentran desde estudiantes hasta representantes de agrupaciones culturales y sociales, comprometidos con el arte, el diseño, la innovación y demás sectores asociados a los bienes y servicios culturales y creativos. Esta red de embajadores propiciará acciones de promoción y fortalecimiento de la economía naranja durante el próximo año a través de más de 3.000 eventos de divulgación y networking.
2. Es una oportunidad para conocer otros puntos de referencia a nivel global, de experiencias exitosas de otros países que han ubicado al sector creativo como un factor de desarrollo para sus sociedades. Más de 89 invitados internacionales de más de 20 países, ofrecen diversos puntos de vista a partir de sus propios contextos, para interactuar con nuestra realidad.
3. Esta iniciativa da cuenta de una propuesta integral concebida rigurosamente, para que la cultura esté en el centro de la agenda del Gobierno Nacional a través del Consejo Nacional de Economía Naranja. Un modelo destacado en el mundo, ya que el Consejo fue nominado como una de las cinco mejores iniciativas de política pública en emprendimiento por los Compass Awards de la Global Entrepreneurship Network.
4. La diversidad de Colombia y la representatividad de sus regiones y sectores son protagonistas del futuro de Colombia. Con un lleno total de 1.200 asistentes provenientes de todo el país; Orinoquia y Amazonía, Caribe, Pacifico, Centro, Oriente y Santanderes. Con conferencistas nacionales de primer orden que hablan de iguales con los principales expertos internacionales. El mensaje de y para todos es uno: la identidad cultural es el diferencial de nuestra nación en la Era del Conocimiento, y entender las vocaciones creativas de los territorios permitirá potenciar el desarrollo humano del país.
5. La polifonía de saberes y oficios marcan el ritmo de las políticas de la Economía Naranja. Esta no es una tarea de pocos, sino de todos. Preservar el tesoro de la creatividad y procurar su buen uso requiere del concurso de todo el ecosistema creativo: artistas, gestores, productores, creativos, promotores, etc.
6. La Cumbre de Economía Naranja permite mirar en perspectiva los resultados alcanzados hasta ahora, reconocer que los avances y plantearnos nuevos retos. También es una oportunidad de enlace, de descubrir como podemos establecer relaciones más fuertes entre entidades públicas, el sector privado, la academia y agentes de cooperación internacional.
7. La Economía Naranja la hacen las personas. La infraestructura, la conectividad, la gestión de conocimiento, los procesos de formación, los emprendimientos, los ejercicios normativos, los mercados de circulación de bienes y servicios culturales, son algunos de los mecanismos para potenciar el talento de los colombianos.
Nuestra misión es y será aprovechar estas lecciones, y así facilitar que los colombianos de todos los rincones construyan un país culturalmente incluyente, y que desde su diversidad nos hagan una sociedad de equidad.