Regeneración para el agro del futuro
La manera en que producimos nuestros alimentos debe cambiar. Aunque esta afirmación, puede sonar radical, responde a una realidad ineludible: el sistema agroalimentario global enfrenta hoy uno de sus mayores retos históricos. Según el Foro Económico Mundial, este sistema es responsable de más de 30% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero, GEI.
Y aunque hoy Colombia es considerado uno de los países más biodiversos del mundo -con una vocación agrícola indiscutible-, cifras recientes revelan una situación preocupante: según el Ideam y MinAmbiente algunas de las prácticas agrícolas actuales podrían ser la principal fuente de emisiones de CO2 en el país, contribuyendo con 59% del total. Además, se calcula que la degradación de los suelos agrícolas se ubica en 40% del territorio continental, a causa de la erosión.
Frente a esta situación, se ha posicionado entre la comunidad científica y compañías del sector un nuevo enfoque: la agricultura regenerativa, cuyas prácticas sostenibles podrían reducir hasta en 20% las emisiones contaminantes, si se adoptan a gran escala. Además, permiten conservar el agua, fomentar la biodiversidad y generar medios de vida más resilientes.
Sin embargo, para lograr el impacto y masificación de este tipo de prácticas, la articulación entre sector privado, organizaciones internacionales, instituciones públicas y agricultores es fundamental. Foros como el Summit Regeneradores, realizado en Cali en julio de este año, y otros esfuerzos liderados por el Ciat y The Nature Conservancy junto a actores de diferentes sectores, resultan fundamentales para compartir buenas prácticas y consolidar alianzas de valor.
Desde Nestlé asumimos el reto de impulsar este enfoque de la mano de los ganaderos que hacen parte de nuestra cadena de valor. Aunque aún tenemos un largo camino, cada pequeña victoria nos impulsa, como incrementar 20% de la productividad de esos ganaderos y el hecho de que hoy, 75% de la leche que utilizamos en la elaboración de nuestros productos provenga de fincas que implementan agricultura regenerativa. Gracias a estas y otras prácticas sostenibles, hemos reducido 43% de emisiones GEI desde 2018, avanzando en nuestra meta global de cero emisiones netas para 2050.
La agricultura regenerativa va más allá de reducir el impacto ambiental; busca restaurar los ecosistemas, mejorar la salud del suelo, aumentar la resiliencia de los cultivos y, sobre todo, empoderar a las comunidades agrícolas. Por eso, en este momento crítico para el planeta, las empresas de alimentos tenemos una gran responsabilidad. Somos grandes compradoras de materias primas, influimos en la forma en que se cultivan y procesan los alimentos, y tenemos el poder -y el deber- de transformar nuestras cadenas de valor para que sean sostenibles desde el origen.
Quisiera invitar a más empresas del sector a que adoptemos prácticas de agricultura regenerativa, no solo como una estrategia de sostenibilidad, sino como un nuevo modelo de negocio que nos permita multiplicar nuestro impacto positivo. Los consumidores lo exigen, los mercados internacionales lo premian y, sobre todo, el planeta lo necesita.