Analistas

Transhumanos entre nosotros

Felipe Jaramillo Vélez

Caminamos a diario por las calles sin darnos cuenta de que, entre nosotros, el futuro ya es presente. El movimiento transhumanista, ese que parece salido de un cuento de ficción, emerge con fuerza con su idea poderosa e inquietante: el ser humano puede y debe tomar el timón de su propia evolución. Imaginen que somos hijos de la Madre Naturaleza, tal como lo declara el futurólogo Max More, esa que durante milenios hemos respetado y de la que hemos admirado su poder. Pero esa misma naturaleza nos dio cuerpos que se cansan, se enferman y un día inevitablemente dejan de funcionar. Nos hizo vulnerables al dolor y a una muerte que no elegimos, por lo que llegó el momento en que la humanidad se planta y dice: “Gracias por todo, pero ya no aceptaremos más tus imposiciones”. Con respeto y sin arrogancia diseñaremos nuestro cuerpo y crearemos nuestro propio destino.

Lejos de ser una fantasía de Asimov o un capítulo de la serie Black Mirror, la verdad es que ya hay personas que han dado el primer paso. Neil Harbisson, uno de los más reconocidos, nació con una condición extraña-ver el mundo en blanco y negro-y se implantó una antena en el cráneo que convierte los colores en sonidos, permitiéndole “oír” el atardecer o una cara sonrojada. Esto es una prueba de que la tecnología puede darnos nuevos sentidos.

El caso de Kevin Warwick, llamado “Capitán Cíborg”, es otro ejemplo. Se implantó un chip en su brazo para controlar las puertas y las luces de su laboratorio y, con más atrevimiento, conectó su sistema nervioso al de su esposa, Irena, en un intento por crear un tipo de telepatía. Por un momento, a la distancia, pudo sentir lo que ella sentía.

Y así podríamos seguir con muchas más historias que parecen salidas de un guión. Por ejemplo, Jens Naumann, que, siendo ciego, se implantó un “ojo biónico” que le permite percibir puntos de luz y formas. Jesse Sullivan, un hombre que perdió sus dos brazos y ahora tiene una prótesis que puede mover con el pensamiento, devolviéndole su independencia y su vida. Moon Ribas, una artista que se implantó un sensor en su cuerpo para sentir los terremotos en cualquier parte del mundo. O el de Jerry Jalava, que se puso una memoria USB en su dedo amputado para llevar su información a donde fuera.

Lo que alguna vez fueron dispositivos médicos, como marcapasos o implantes cocleares, ahora ha evolucionado de manera singular. La tecnología actual nos da la capacidad de intervenir el cuerpo para volverlo más fuerte, mucho más inteligente y, cada vez con más resistencia, acercándonos incluso a la inmortalidad.

¿Estamos listos para estos cambios? No se trata de si la tecnología lo permite, pues ya lo hace. La verdadera pregunta es si nosotros, como seres humanos, estamos preparados para tomar el control total de nuestra historia y escribir un futuro que, por primera vez, no estará dictado por la naturaleza.

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