Estados Unidos: una alianza irrebatible
El clima como la política se torna cada día más incierto. El mundo se ha venido sorteando en 2023 con una sola certeza: la incertidumbre. Los desafíos que enfrenta la agenda global son cada vez más diversos, apremiantes y complejos de abordar; el contexto internacional por supuesto no plantea excepción alguna.
Estados Unidos conserva una posición hegemónica dentro del sistema internacional. Su incidencia en términos económicos, políticos y militares es muy marcada dentro de las dinámicas globales. La definición de sus objetivos se ha ido configurando a través del ritmo de una política exterior dinámica que demuestra poderío en la injerencia del país en la toma de decisiones del marco global.
A diferencia del gobierno del presidente Bush, que desde el 11 de septiembre de 2001 estableció un viraje de la política exterior norteamericana hacia la lucha contra el terrorismo bajo la premisa de la defensa de la democracia, la libertad y sobretodo la legitima defensa, concentrado en el poder militar y el Hard Power; el presidente Obama se centró en la diplomacia, las relaciones públicas, el multilateralismo y otros objetivos propios del Soft Power, recurso clave de persuasión para ejercer poder a través de argumentos o imitación de valores de la cultura o la política interna.
La era Biden recibió un contexto cada vez más inestable y competitivo, donde Colombia representa para Washington su socio más importante. En el marco de cooperación es su principal aliado de la región por su valor geopolítico. La posición geográfica de nuestro país, al tener salida a los océanos Atlántico y Pacífico, le otorga una importancia estratégica clave en términos geopolíticos. La región de la Amazonía, sustancial por ser fábrica de oxígeno para el mundo, y la región Pacífica como portón de apertura a Asia, sitúan a la Nación en puerto privilegiado para intereses propios y de sus socios.
Con un Gobierno recién desempacado, el apretón de manos entre los presidentes Biden y Petro sin duda es un logro histórico para la diplomacia colombiana en cabeza del embajador Luis Gilberto Murillo, quien ha sabido aprovechar en beneficio del país su cercanía con Washington, para reafirmar la importancia que tiene Colombia para Estados Unidos, y enviar un mensaje de optimismo y confianza a la región, suficiente para disipar incertidumbres sobre todo en los mercados.
Ambas partes supieron enviar mensajes claros de coordinación en torno a la búsqueda de un alivio a la crisis humanitaria en Venezuela, la apertura a la discusión sobre pagar deuda externa a cambio de acciones contra la crisis climática y hacer frente a los niveles históricos de migración de venezolanos, donde Biden resaltó el talante humanitario y generoso de nuestro país.
No obstante, el tema sustancial para los dos países es la lucha contra las drogas que, a pesar de ser calificada como un fracaso por el presidente colombiano, Washington seguirá siendo su principal y más importante socio, en aras de concertar una mejor estrategia que sepa articularse para disminuir el crecimiento de la violencia en la región.
En conclusión, la de Estados Unidos debe continuar siendo una relación que Colombia sepa preservar independientemente de quien ocupe la Casa Blanca y quien la de Nariño; esta es una máxima que históricamente se ha sabido sortear, entender y aplicar para beneficio de los intereses comunes y el aprovechamiento de una relación estrecha que una vez más muestra su solidez e independencia de la política interna y el gobierno de turno en cada orilla.