Soluciones sí hay
En medio del ambiente de pesimismo que parece haberse instalado en el país, como si estuviéramos atrapados en un callejón sin salida, es importante recordar que, con la mentalidad apropiada, soluciones sí hay y que lo que necesitamos es voluntad, diálogo y decisión para ponerlas en marcha.
Estamos sumidos en una actitud pesimista en la que poco o nada hacemos para generar soluciones. Nos hemos quedado en la crítica sin plantear si quiera ideas de cómo solventar los problemas. Dialogar, tan necesario para destrabar nudos complejos, se ha convertido en una conversación repleta de insultos. Pensar en cómo salimos adelante es una opción que ha quedado relegada al permanente señalamiento de culpas y no de propuestas que nos permitan avanzar.
Soluciones sí hay. Y las hay para todos los sectores y en todas las regiones, para sacar al país adelante, para lograr lo que los colombianos queremos, que no es otra cosa que nos vaya mejor para reducir la inequidad. Si todos reenfocáramos nuestras prioridades en esto, y no en criticar por criticar, la suerte del país, y la de los colombianos, sería muy distinta.
En el sector de los hidrocarburos que represento, como presidente de la Asociación Colombiana del Petróleo y Gas (ACP), estamos comprometidos con seguir siendo parte de la solución para uno de los problemas más graves que enfrenta el país, el déficit fiscal.
Los barriles de crudo y millones de pies cúbicos de gas que producen y comercializan las empresas le generarían al país los ingresos suficientes para hacerle frente a la poca solvencia actual, además de que garantizarían el abastecimiento energético necesario para los colombianos y todos los sectores productivos.
Garantizar la operatividad del sector es un ganar-ganar para todos. Nuestro sector tendría cómo aportarle al Gobierno nacional recursos necesarios para atender distintas crisis que hoy enfrenta el país: aportes para la seguridad nacional que hoy atraviesa un momento crítico; y aportes de regalías para el desarrollo y mejora de las condiciones de vida en las regiones.
Cambiar la mentalidad como lo sugiero no es fácil, pero es indispensable, sobre todo después de tantos años de discursos que han fragmentado nuestro sentido de identidad nacional, nuestro propósito de país. No obstante, inclusive para las peores crisis hay una solución.
Soy optimista por convicción. No subestimo la coyuntura tan compleja que atravesamos, pero si revisamos algo de historia, si observamos el crecimiento de países que tenían hace unas décadas una realidad similar a la colombiana, y vemos dónde están hoy, nos daremos cuenta de que se transformaron porque enfocaron sus capacidades en formular soluciones y caminos para cambiar la realidad.
El momento de Colombia no da más espacio para profundizar las divisiones que tanto daño nos han hecho. En cambio, las soluciones sí nos recuperan la posibilidad, que hoy se siente a ratos perdida, de mirar al futuro para darle paso a que Colombia se fortalezca, se modernice y se reconcilie.
Es el momento de ponernos el sombrero de ciudadanos, y pensando en el bien común, actuar y expresar nuestra visión con propuestas incluyentes, constructivas y enfocadas en la acción colectiva.