Analistas 13/06/2024

La confianza en el futuro empresarial de Colombia: un camino hacia la esperanza

En su libro “Cómo salir del Pozo” (2023), Andrés Oppenheimer señala una realidad preocupante: las sociedades latinoamericanas son especialmente pesimistas respecto al futuro.

Este pesimismo, aunque comprensible en el contexto actual, puede ser un obstáculo significativo para el progreso económico.

En Colombia, enfrentamos un entorno desafiante tanto por problemas internacionales (inflación global, crecimiento aletargado, riesgos geopolíticos) como por problemas internos (crisis de gobernanza, crisis de credibilidad del gobierno, políticas públicas ineficaces, polarización política y desconfianza entre el sector público y privado).

Sin embargo, es precisamente en estos momentos de adversidad cuando debemos buscar una nueva perspectiva para el futuro económico de Colombia, basada en la esperanza y la confianza en nuestras propias capacidades.

No se trata de una esperanza ingenua o un simple “wishful thinking”, sino de una mirada fundamentada en la evidencia mundial. Aquellos que estudiamos académicamente el largo plazo y el futuro, sabemos que los mejores momentos para desarrollar inversiones y crecimiento son precisamente cuando la “curva está abajo”.

Los emprendedores y empresas que se arriesgan y apuestan por el largo plazo y por desarrollos en épocas difíciles son los que obtienen mayores réditos cuando llega la bonanza. Ejemplos de esto abundan en el mundo: la industria tecnológica y biotecnológica en Singapur, el desarrollo minero y agroexportador en Perú, entre muchos otros.

Contrario a lo que muchos podrían pensar, hoy tenemos un panorama especialmente interesante para Colombia en el mediano plazo, como ven muchos expertos globales. Pero para aprovecharlo, es crucial enfocarnos en nuestras fortalezas en lugar de dejarnos abrumar por las debilidades.

Colombia cuenta con una clase media educada, que, aunque carece de habilidades en un segundo idioma y digitalización, puede estar lista para enfrentar desafíos globales en un corto periodo.

Nuestra ubicación privilegiada, con dos costas que miran a 70% del PIB mundial, se convierte en una ventaja estratégica enorme. Además, nuestra institucionalidad ha resistido todos los embates, siendo la única economía de la región que no ha tenido golpes de estado y ha mantenido la democracia y las libertades.

Por último, Colombia tiene oportunidades únicas en este momento para aprovechar el nearshoring, como hemos mencionado en artículos pasados.

Pero, ¿qué necesitamos para capitalizar estas oportunidades en beneficio de nuestra gente y nuestro sector empresarial a largo plazo?

Necesitamos acciones específicas desde el sector privado, alineadas con las mejores prácticas globales.

Aquí, las recomendaciones de Jeff Bezos para las empresas que triunfan en esta era de transformación digital son especialmente relevantes:

1. Pensar en largo plazo: Visualizar objetivos a largo plazo y trazar estrategias necesarias es esencial para el avance. Pensar en grande no solo está permitido, es una condición necesaria para el logro.

2. Centrarse en el cliente: Es crucial retomar el enfoque de Drucker, colocando al ‘cliente final’ como prioridad. Conocer, trabajar y crear para él debe ser nuestro enfoque principal.

3. Pasión por la innovación: Satisfacer necesidades actuales del cliente y anticipar las futuras mediante la innovación constante es clave para mantenerse relevante y competitivo.

Si el empresario colombiano comienza a adoptar estas prácticas, pensando más en el largo plazo, enfocándose en lo que se puede hacer y menos en las barreras, el éxito será alcanzable pese a las adversidades externas.

Necesitamos creer en nuestra capacidad para superar desafíos y construir un futuro mejor para nuestras empresas y nuestro país.

La clave está en confiar en nosotros mismos, en nuestras capacidades y en nuestro potencial para transformar el futuro empresarial de Colombia.

Con una visión clara, un enfoque en el cliente y una pasión por la innovación, podemos no solo superar los retos presentes, sino también crear un camino de prosperidad y crecimiento sostenible para todos. Así, podemos transformar nuestro pesimismo en una fuerza impulsora de esperanza y acción, construyendo un futuro que todos deseamos y merecemos.

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