Analistas 05/11/2021

Libro blanco

Ahora lo peor que podemos hacer respecto a las relaciones con Nicaragua es descuidarlas, pensar que con la sentencia que pronuncie la Corte Internacional de la Haya termina algo. Desengañémonos. Cualquiera que sea el fallo, el hostigamiento continuará por los siglos de los siglos y por los mismos motivos o con nuevos pretextos. Lo mejor, luego, es no descuidar ni por un segundo las aguas del Mar Caribe y cuidar al máximo los relaciones amistosas con los países del área. Por fortuna, han sido tradicionalmente buenas, pero, dadas las circunstancias, día tras día debemos poner el mayor cuidado en mejorarlas.

Es comenzar ya mismo una intensa concientización de la opinión pública colombiana sobre la gravedad de problema y la magnitud del perjuicio causado, para lo cual es indispensable mantenerla muy bien informada, aun sobre los detalles menores, pues, para defender los derechos, es preciso conocerlos y nuestros compatriotas los consideran tan seguros que se permiten el lujo de preocuparse por conservarlos solo cuando las amenazas de quitárselos ya son una realidad patente.

El canciller Diego Uribe Vargas elaboró un Libro Blanco sobre el tema que es y continuará siendo una pieza clave para la ilustración de los colombianos, cuya actualización cobra mayor importancia a medida que pasan los años y sufrimos nuevos acosos, que nos obligarán a atender nuevos frentes internacionales.

Así se reforzaría la campaña que suponemos ya adelanta la Cancillería para explicar los últimos acontecimientos y las repetidas incongruencias en las actuaciones de la Corte. Es algo como repetir la información, que tendrá amplia difusión en Colombia, con los ajustes obvios y teniendo en cuenta que las explicaciones en el interior van orientadas al público en general y que las destinadas a escuelas y primeros años de secundaria primaria tienen un propósito pedagógico. Algo así como las primeras letras que se recibirán en esta materia, más sencillas de lo usual, en un diálogo con los expertos de una Cancillería seria.

Este no es un simple asunto de intereses territoriales que puede mirarse con displicencia, como si se tratara de perder o ganar unos cuantos metros de tierra o algunas millas de mar. No es un problema de aritmética. Un país no puede permitir que le quiten ni un centímetro de territorio sin enviarle a la comunidad internacional un mensaje de debilidad. Con mayor razón si se revuelve con ideologías que desdicen de su capacidad de defender a sus nacionales, pues pasa a engrosar la lista de Estados que se usan como fichas secundarias de la geopolítica mundial.

Por eso es importante emprender cuanto antes esta labor. Quedará faltando solo conocer el texto de la sentencia y su valoración jurídica y, si se considera del caso, unos comentarios finales y los mapas que se incluyan en el fallo. Es cuestión de preparar el material, para lo cual será preciso comenzar hoy mismo, sin dilaciones, antes de que comiencen a repartirse concesiones para explotar riquezas ajenas. Esta es una razón adicional para aumentar la velocidad de reconstrucción de nuestro prestigio en la escena internacional.

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