La pandemia multiplicó y agravó sus efectos letales, entre otras cosas, porque sus víctimas se tardaron en dimensionar la gravedad de la amenaza que representaba. Inclusive, algunos países menospreciaron abiertamente sus primeros efectos. “Gripita”, alcanzaron a llamarla. Nadie creyó que estuviéramos ante una de las mayores calamidades que han embestido contra la salud de la humanidad entera.
La guerra del virus microscópico contra los seres humanos quedó planteada en términos desiguales desde un principio.
¿En qué términos se encuentra ahora?
Nuestras autoridades reaccionaron con agilidad y buen criterio. Pero como en todo tema que interesa vitalmente a 50 millones de personas, siempre es bueno estudiar con el mayor cuidado en dónde estamos parados en el momento actual, evaluar las consecuencias de las políticas adoptadas, y confirmar que vamos por el camino correcto, para decidir si no hay que cambiar nada o resulta conveniente introducir algún ajuste.
El procedimiento es bien sencillo. Se precisa escoger una de las medidas adoptadas y seguir su desarrollo desde que se dictó hasta su aplicación más reciente, midiendo en paralelo cuáles fueron los efectos en el momento que empezó a ponerse en practica, cuáles los efectos secundarios, buenos y malos, cómo la entendió y cómo la cumplió su destinario y cuál es la situación actual.
Veamos, solo por vía de ejemplo, lo que sucedería con el tema de los auxilios directos a empresas medianas o pequeñas. Son buenas trabajadoras, responsables de considerables cantidades de puestos de trabajo que, de repente, quedaron sin con qué pagar la nómina. El gobierno, con buen sentido, acude al salvamento de estos colapsos dramáticos, repetidos por miles, y los subsidia directamente o les facilita créditos blandos para ayudarlos a salir del apuro. ¿Cómo funciona?
Una selección de ejemplos representativos de esta amplia franja de empresas medianas y pequeñas que incluya actividades diversas como manufactura, comercio y servicios, permitirá valorar su comportamiento. Mostrará cómo les llega el aporte gubernamental, qué tan fácil es obtenerlo, cuáles traumas sufre en el trayecto que va desde las arcas oficiales hasta la caja registradora de la pequeña compañía, dónde están los agujeros que utilizan los especialistas en meter las uñas en los dineros públicos, cuál es el impacto en la producción del artículo o en la prestación del servicio, y cuál el rendimiento que salvará a la empresa y hará que los auxilios o subvenciones salgan de donde deben salir y lleguen a donde deben llegar.
Con estos análisis en mano será más simple la operación de salvamento y más efectivo el apoyo oficial.
Desde luego, las informaciones y opiniones que se recojan deben permanecer en absoluta reserva, para que los ciudadanos hablen sin cortapisas ni temores. No se trata de repetir otra encuesta empresarial ni de abrir los parlantes para que unos empresarios le canten la tabla a los funcionarios, sino de un ejercicio serio, con personal calificado. Un viaje por el interior de las relaciones entre gobierno y gobernados. Un ejercicio de sinceridad, utilísimo para ver cómo funcionan las políticas públicas al aplicarse en la vida real.