Tribuna Parlamentaria 17/08/2019

Descentralización y crecimiento

Gabriel Velasco
Senador

A propósito de las recientes cifras positivas del crecimiento del PIB del segundo trimestre, estas demuestran que la tarea del Gobierno de reactivar la economía va por buen camino. Es necesario pensar qué tan inclusivo es ese crecimiento desde el punto de vista de las regiones, puesto que no será posible consolidar un crecimiento sostenido si este no parte desde estas y no será equitativo.

Lo cierto es que la riqueza en Colombia sigue concentrada en pocos departamentos y la brecha social es cada vez más amplia puesto que el crecimiento es desigual. Esto se demuestra fácilmente al ver cómo Bogotá, que representa 16,3% de la población concentra 26% del PIB; pero también hay otros indicadores como la inversión y el consumo, que confirman lo mismo.

Esto tiene muchas explicaciones desde el punto de vista económico que van desde la composición sectorial, hasta la dotación de capital físico y humano; pero más allá de esto, lo que preocupa es que muchas decisiones de las demás regiones se tomen desde un escritorio capitalino sin consultar el sentir y conocimiento regional.

Lo anterior contradice el dicho popular de que Colombia es un país de regiones, aunque sí lo somos, y no precisamente porque la división territorial tradicional lo muestra o porque tenemos varias ciudades con tamaños significativos; esto se evidencia en el fraccionamiento y diversidad del territorio nacional que han configurado una variedad de realidades económicas y sociales, que exigen que las valoraciones y medidas de política públicas sean diferenciadas y no de receta, que estén planificadas desde el mismo territorio.

Lo anterior me lleva a confirmar la importancia de la descentralización del Estado para lograr cerrar las brechas sociales y alcanzar el desarrollo social deseado. Esto no es una idea novedosa, y aunque históricamente fue un tema de división del país, hoy se encuentra un eco en la gran mayoría de académicos y líderes políticos; pero los esfuerzos para lograrlo han sido limitados. Es hora de apostar para dar ese paso definitivo hacia una verdadera descentralización, que se vea reflejada en mayor autonomía de las regiones.

Una verdadera descentralización pasa no solo por garantizar una autonomía administrativa, sino que se debe reflejar en los presupuestos anuales de la Nación que deben ser cada vez más regionalizados y sobre todo, se debe garantizar autonomía frente a las disposición de los recursos, para que los entes territoriales no se conviertan en simples tramitadores de gastos de funcionamiento, sino que sean partícipes de su desarrollo impulsando proyectos que se traduzcan en inversión y que se complementen con las estrategias locales diseñadas.

Es clave que desde el Congreso hagamos la tarea de que se refuerce la presencia regional de muchas entidades nacionales, para que acompañen los proceso de desarrollo local de forma coordinada; y más importante aún, para dotar de herramientas y estímulos para reforzar la capacidad técnica de los entes territoriales, para que esto no se convierta en una excusa para no permitir que el futuro de cada territorio sea soñado, pensado y construido desde las regiones.

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