Por primera vez en la historia la clase empresarial colombiana tiene una imagen mayoritariamente desfavorable el Poll que realiza periódicamente Invamer Gallup: 49% desfavorable, contra 44% a favor. Realidad no menor y muy preocupante en un mundo que se muestra cada vez un mayor descontento con el modelo capitalista puro, que nos enseñó Milton Friedman, cuyo fin último es maximizar las utilidades de los accionistas.
Hace poco escribíamos en esta columna sobre si se acercaba o no el fin del capitalismo y concluíamos que no llegaba su ocaso, pero si el momento para realizar profundas reflexiones e iniciar el camino de su evolución.
Las marchas de estos días han mostrado que hay un grupo de sujetos que lo único que les interesa es generar caos y desestabilizar el país. Que existe otro grupo que organizó el paro con desinformación y que la mayoría de sus exigencias son difíciles de cumplir.
Pero lo que no podemos desconocer, es que existe en el país uno grupo de ciudadanos que están inconformes y llenos de frustración porque se sienten excluidos por el modelo económico y por las políticas sociales.
Varias generaciones de gerentes de compañías, dentro de las que me incluyo, le hicimos caso a Friedman y nos dedicamos a hacer cada día más felices a los accionistas. Muchos nos olvidamos que la empresa es una casa común donde por supuesto, le debe ir bien al accionista, pero también a todos los que cohabitan dentro de ella. Le debe ir bien a los proveedores, a quienes se debe pagar a tiempo, a precios justos y con buen trato. Muy parecido es el caso de los trabajadores que son el alma de las empresas. Le debe ir bien al estado para que con los impuestos puedan generar reinversión social. El medio ambiente no se puede quedar por fuera, lo tenemos que cuidar, sino nos vamos a quedar sin materias primas con que producir y sin planeta donde vivir. Debemos ser solidarios con el entorno social, pues no puede haber una empresa saludable con un entorno social enfermo, como lo decía Manuel Carvajal.
Hoy son muchos los autores que han escrito sobre una posible evolución del capitalismo, como Jean Tirole en la Economía del Bien Común, Raj Sisodia en Capitalismo Consciente y Paul Collier que habla sobre el futuro del capitalismo. Todos ellos admiten que no existe otro modelo que funcione mejor, pero reconocen algunas imperfecciones que podrían ser corregidas para lograr una evolución que genere mayor solidaridad.
Yo creo que el capitalismo a diferencia de lo que se ha creído por años, no solo lo mueve una sana ambición, lo puede mover esas mismas ganas de salir adelante, pero con una mirada fraterna y desde el corazón, para que a todos los actores que cohabiten en esa gran familia llamada empresa, les vaya bien.
El reducir el descontento claramente no pasa solo por el actuar de la empresa, el estado tiene un reto mayor. Las cifras muestran que Colombia tiene más o menos el mismo Gini que algunos países desarrollados antes de la intervención del estado. Es decir, con el impacto que generan las empresas. Pero una vez interviene el estado, los países desarrollados logran disminuir de manera más eficaz el coeficiente. ¿Corrupción o programas mal diseñados? Vaya uno a saber, seguro la mezcla de las dos.
El camino a reencontrar, seguro pasa por es una economía fraterna y un estado sin corrupción.